domingo, 5 de abril de 2009

UN TIEMPO PARA QUITAR PIEDRAS DEL CAMINO

Casi me atrevo a sostener con digamos,... rotundidad, que en el 99% de las ocasiones, problemas, inquietudes, si nos dieran la respuesta, si nos dijeran por dónde conducirnos, sabríamos encontrar la salida y nuestro mal desaparecería. Queremos respuestas, y las buscamos en todas partes: en los amigos, en los conocidos, en los amados, en los familiares, en la televisión, en los sabios, en los especialistas, en los oráculos, en los videntes, sin acordarnos de que la verdadera respuesta está mucho más cerca que todo eso, se esconde en nuestro interior. ¿Que cómo llego a ella?, me preguntas. Muy sencillo, escuchándote, haciendo caso a esa voz que va contigo, que incluso tiene forma, existe para ti, para ayudarte y guiarte, y ha existido siempre, siempre.


Existen mil maneras de escucharos, tantas como personas y almas, pero, si quieres, si te sientes un poco sin saber hacia dónde coger rumbo, te invito a que sigas mis pasos, que yo no habré de marcarte el ritmo ni indicarte el sendero. Si eres de los que lo tienen todo claro, igualmente es mi deseo que compartas este ejercicio (por llamarlo de algún modo) conmigo:




Busca un lugar cómodo, en el que puedas permanecer tumbado. Prepáralo con todo lo necesario para sentirte bien (incienso, luz tenue, música relajante,...). Pero eso sí, asegúrate de que nadie te molestará un buen rato. Túmbate boca ariba, manos a los lados o sobre el pecho, pies estirados y sin cruzar. Comienza a respirar, profunda y lentamente, deja que tus pulmones se llenen de aire. Cierra los ojos. Imagínate al comienzo de un camino y emprende un viaje. Deja que tus pasos te lleven. Respira. En un momento dado te encontrarás un árbol al lado izquierdo de tu sendero. Párate. El árbol te invita a que te deshagas de tus lastres, de aquello que no te deja avanzar en la vida, de un complejo, un problema, una mentira, un obstáculo, un estorbo,... deséchalo, haz un hoyo en la tierra, al pie de sus raíces y entiérralo. Pisotea fuerte esa misma tierra y da las gracias, porque el árbol, el universo recibe sana y limpia tus cargas para que puedas proseguir con tranqulidad tu camino.
¡Enhorabuena! Continua respirando y prosigue tu marcha, tu camino sigue siendo llano y hermoso. Harás de nuevo otra parada. Al lado derecho del sendero hay quien te espera. Tus guías y protectores, tus maestros, están allí para ayudarte, detente ante ellos, te ofrecerán un regalo en forma de objeto, o de símbolo, o de palabra, o de recuerdo,... recógelo, pues es un alivio para tus días, y guárdalo en el corazón. Prosigue tu marcha, pero siente que no irás solo, tu gía estará a tu lado como una sombra.
Llegarás a una bifurcación de camino y experimentarás posiblemente que no sepas hacia dónde dirigirte. Párate de nuevo, escucha a tu corazón, él sabe la dirección correcta que seguir en todo momento, luego tómala, no sin antes reconocer y memorizar las palabras o sensaciones que te condujeron a escoger un camino y no otro. Recuérdalo para poder evocarlo cada vez que en tu vida sientas que se vuelve a presentar una situación similar. Prosigues camino arriba. El sendero comienza a empinarse porque ante ti se presenta una colina y, en su cima, un palacio. Ve hacia él. Por el camino, mientras asciendes, rememora todos los momentos de tu vida en que has sido una persona capaz, valiente, segura, victoriosa; rememora cómo te sentiste en ese momento y qué fue lo que hiciste para alcanzar ese estado. Con esa misma fuerza y ese empuje podrás con cualquier montaña que se presente ante ti. No dejes de repirar lenta e intensamente. Llegas a tu palacio, no seré yo quien te diga cómo es. Atraviesas sus puertas, en el interior hay un inmenso patio. Tu maesto te espera allí, quiere recompensarte por un trabajo bien hecho. Recibe su abrazo, recibe su regalo, una enseñanza de presente válida para tu futuro. Recógela con amor y sientete bien.
Has terminado un camino y toca volver. Pero hazlo feliz, limpio, experimentando que no estás solo, que existe un lugar al que volver para limpiar y crecer,... Sigue respirando tanquilo, cálzate unas botas de color rojo que te devolverán a tu lugar inicial. Lentamente,muy lentamente, comienza a retornar: a moverte con el ritmo que necesites, a abrir los ojos; da las gracias. Si decides dormir, hazlo sabiendo que tus sueños serán una prolongación de bienestar. Si retornas a la vida diaria, hazlo con alegría y la seguridad de que estás bien, de que este tiempo que te toca es maravilloso. Gracias.




Siento no poder estar a tu lado cuando emprendas esta experiencia. Reconozco que lo ideal sería que dulcemente te dictase el camino, para que te concentraras solo en ti, y que fuera acariciándote el cabello y las sienes, para intentar borrar lo que no te permitiese estar en ti. Lo desearé de corazón, intentaré poner todas mis fuerzas en proyectarme hasta ti, si no, simplemente dime ven y acudiré, aquí y ahora,... por siempre. También puedes ser tú el que acuda, o sabes el camino o sabrás encontrarlo. Quien viene tiene las puertas abiertas, pues mi corazón ya dijo sí, pues nada debes temer, que no he de hacerte daño y nada se ha de arriesgar, que sé cuidar de cómo no salir dañada.
T. A.
(Para este ejercicio recomiendo el New Age, por ejemplo, Dream of the Angels de 1992, de Crhisthoper Walcott.

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