Tengo un amigo francés que se sorprende del hecho de que nuestra cultura lo celebre todo alrededor de una mesa. Luego, tengo otro que sostiene que una comida en reunión estimula una hormona, creo que se llama toratonina, que con tanta hormona me hago un lío. Lo que sí recuerdo es que se trata de una hormona de la felicidad. Ahí sí que creo que ha dado en el clavo. Es mejor comer en compañía. Hoy lo hemos hecho.
Aunque a partir de ahora dé la impresión de llevar comisión con el restaurante, aseguro que no, que más bien todo lo contario, el jodío sitio de recuerda a mi etapa en las monjas (bueno, y a alguna que otra relación con la que mereció la pena despertar); pero admito que es una parada obligatoria para todo el que visite el norte de Tenerife.
El monasterio se levanta en la falda de ua montaña y fue antiguamente lo que su nombre indica. Tienen unas vistas envidiables y un rayo de sol en exclusividad todo el año. Se divide en diferentes salas y comedores y bodegas y terrazas,.... cada cual con su encanto. Para esto del desayuno (nuestra comida de hoy), la mejor zona es la del mirador que se abre al mar y al valle. Aunque no es éste su único atractivo. En el restaurante, inmenso, no lo había mencionado, ¿verdad?, conviven clientes, trabajadores y animales que en gran número campan casi a sus anchas: perros, gatos, patos, gallinas, quícaras, ponys, cabras, palomas, y alguno que otro que, como yo, termina haciendo el ganso. No es de extrañar que te tropieces con una gallina y sus polluelos pasando bajo tus pies o un gato te ponga cara de querer jamón. Pues eso, que quede claro: los desayunos del monasterio son opulentos y magníficos. No les faltan todo tipo de pan, dulce, zumo, embutido, huevos, e incluso champán, solomillo o salmón. Pero lo mejor de todo es lo que transmite.
Quien se reúne en el Monasterio no tiene prisa, quiere hablar y reír, ponerse al tanto de todo lo sucedido desde la última vez y celebrar. Hoy nosotras hemos hecho todo eso y más. Siete mujeres de rompe y rasga, y un niño con mucha paciencia, hemos dado a entender que olvidábamos el cumpleaños de una para pasarlo de miedo. Con lo habitual, regalos, sorpresa, tarta, velas y una canción arrítmica y desafinada. No faltó la broma oficial y de entrada: sentimos pavor y repelús por un tipo de ésos que creen sabérselas todas y no dejan de hablar y hablar, uno de ésos prepotentes que trabajan con una y que, como pillen auditorio, despotrican y sueltan lindezas por la boca a tutiplén. Pues nada, dos de ellas se compincharon para llamarse. Una finjiría que al otro lado de la líneas estaba el sujeto, que había reconocido nuetros coches, y se uniría a nosotras. ¡Dios!, fue todo un espectáculo comprobar nuestras caras. Yo de lo único que soy consciente en cuanto a mí y mi reacción, es que me volví elástica: mis cejas subieron diez centímetros y mi boca descendió poco más o menos, mientras los ojos abandonaba mi cara para posarme medio metro más adelante. Señor, gracias porque solo fuese una broma. La comida, los chismes, los trapos (todas tenemos alguna boda), el giro lingüístico que transforma los discos duros extraíbles en una analogía con otros aparatos de nuestras parejas... que si son mas grandes, con más capacidad, no tan gordos, envueltos en su estuche, negros, a negro no llegan, o qué se yo, (que, gracias al cielo, el crío no pilla) y otros tantos marujeos nos dieron para un par de horas. Para cuando el niño y yo estuvimos saturados, que la verdad, para eso, soy de las que tiene un límite y de los cortitos, nos aventuramos a hacer, literalmente, el pato y el pavo, hablamos el lenguaje de los ponys y las cabras, el de los gallos no se me da todavía muy bien, nos retamos a carreras de hoja caída por las atarjeas, recogimos lavanda, recorrimos senderos y celebramos cada detalle que la naturaleza regala. Yo aproveché un segundo de soledad para detenerme delante de una capilla que no había visto antes.
Cuentan en mi pueblo, que cuando ves una capilla o iglesia por primera vez, puedes pedir tres deseos, y que es mejor que uno de ellos no sea para ti. Uno no lo fue. Pedí que aquél que sufre, teme o duda, aquél que no termine de ver todo lo hermoso que se planta ante sí, pueda contemplarlo sin mi ayuda, que no sea yo bastón, sino compañía, que no sea guía, pues el peso me abrumaría, que mi función sea solo celebrar sus logros, admirar su fuerza, alegrarme de que compartimos vidas plenas en libertad y sin prisa, de que su universo es maravilloso y no existe motivo de preocupación. Deseé que mi energía alcance sin esfuerzo al que la necesite para que el amor no surja de la deuda o la atadura. Deseé que se me lea y se me escuche con la misma permisibilidad que a un niño y sin pedirme mucho más que a ellos. Como en la canción de revólver: ten fe en mi, no me pidas ser un ángel pues soy solo lo que ves. T.A. (hasta el minuto cincuenta no canta, pero se pasa diver, http://www.youtube.com/watch?v=dJ63pxmcN94)
hola!!!volví después de una larga temporada xDDDD,yo al monasterio fui una vez, pero era muy caro :s, y no he vuelto.En cuanto a lo de comer con gente, me parece que es mejor hacerlo en compañía que tu sola xDDDD
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