miércoles, 29 de abril de 2009

SI NO SABES VOLAR PIERDES EL TIEMPO CONMIGO

No me pidas que te escoja una película, una canción, un poema o un pasaje literario. Pídeme, mejor, que te mencione un beso, una mirada, un olor y un momento; eso habrá de resultarme más fácil. Tengo la suerte de disfrutar del arte y la cultura, de recrearme en las historias y de que cientos de miles de ellas llenen mi vida y calienten mi corazón. Supongo que las escojo, ¡uy, perdón por este lapsus!, supongo que ellas me escogen según el momento, la situación y el estado de ánimo, y me estoy refiriendo a la pelis, las melodías, las letras... Podría narrar, durante toda una noche, cómo me sentí ante tal historia o cómo me creí ver reflejada en determinado personaje; de todos modos, acerca de algo así hemos escrito ya, ¿verdad?

Sin embargo, existe una película que me apasiona y que, esta misma noche, he regalado a una persona que debe agarrar la vida por los cuernos y salir del nido en busca de su felicidad; bajo mi punto de vista, por supuesto. Esa pedazo obra de arte del cine que vengo anunciando es El lado oscuro del corazón, una película de Eliseo Subiela, que conoce una segunda parte 12 años después (de 1992) y que tampoco está nada mal. Pero, es ésta, la primera, la que me asaltó las entrañas. Como os comentaba, la película me encontró deambulando un día, me dijo, "llévame contigo", y le hice caso. Entonces se me abrió de par en par y me permitió descubrir una intensa e interesante historia de amor: el amor del poeta que se vende como una puta publicitaria, y la prostituta que aprende poesía, porque así encuentra mejores clientes. Una película fresca en la que artistas desvergonzados y divertidos atraviesan vaginas gigantes y crean versos que poder cambiar por filetes, en la que mi buen y maravilloso, y adorado, y perfecto,... Benedetti se viste de almirante, para sentarse en la barra de un prostíbulo, a leerle en alemán a su putita. Una historia sin desperdicios, en donde la muerte te persigue para desvelarte lo evidente: es una mujer amargada que en el fondo desea enamorarse de ti, desea que le metas la mano entre las piernas mientras le muerdes la boca.

La película contiene uno de mis pasajes favoritos, un fragmento que os brindo en video y os advierto que he plagiado para mi vida más personal: me importa un pito que los hombres la tengan como un vaso de whisky o que sean capaces de rellenar a presión un vaso de lícor con su semen. Que su torax sea una tableta de chocolate o un bombón derretido. Le doy una importancia igual a cero al hecho de que amanezcan con aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida; soy capaz de soportar una nariz que sacaría el primer premio en una competición de zanahorias, pero eso sí, y en esto soy irreductible, no les perdono bajo ningún pretexto que no sepan volar, sino saben volar pierden el tiempo conmigo.

Nada tienes que hacer en mi vida si no vuelas. No podrás acompañarme en mis viajes si no sabes apreciar la vida y reírte de los supuestos obstáculos y piedras del camino, si no sabes reírte de ti y explorar tu interior, si no sabes jugar, y jugar, y seguir jugando, fantasear y probar de todos los sabores, si no puedes practicar del sexo al ritmo del jazz y del blues, en lo alto de una noria o en medio de la oscuridad de la multitud, si no puedes sentirte como un niño y como un viejo, si no crees en las hadas, si no das los buenos días cada mañana a tu propio corazón, si no existe en ti ni una pizca de imaginación, de ambición, de descaro y desvergüenza, de coraje y de picardía, pierdes el tiempo conmigo, no te acerques a mi vida, pues podría devorarte vivo sin brindarte ni la más mínima opción. Buenas noches, rrrrrrrrrrr, gatitos...

domingo, 26 de abril de 2009

NIÑOS INDIGNOS

Caprichos del mar. Nos gusta celebrar que pertenecemos a un gupo, que nos sentimos felices, y entonces nos levantamos "haciendo la ola". Pero ya no resulta tan gracioso cuando la ola es real y te revuelca por la orilla, o es mucho mayor y mueve, zarandea, golpea... el barco en el que viajas de una isla a otra. El salitre salpica las ventanas. El horizonte es de distintos tonos de blanco y azul, solo puedes distinguir en el paisaje que, ese mismo horizonte recto, se torna por unos segundos una pendiente de inclinación a la izquierda... y ahora de inclinación a la derecha,... izquierda... ¡Qué quieres que te diga!, digna de ser analizada geométricamente como un buen señor triángulo rectángulo, con sus hipotenusas y todo. Un grito general de sorpresa. Caras que se tornan entre amarillentas y verduzcas, y la premonición de un viaje movido, no en sí por las olas, sino porque los chavales que te acompañan terminarán echando hasta el menú de su primera comunión (y te acuerdas, jejeje, del que dijo que con cinco viaja cualquiera). En ese momento, cada sobre esfuerzo es un ahorro, así que hablamos, mucho, respiramos, despacio, pensamos, en voz alta. "Si nosotros nos movemos, -comentó mi dulce Isaí- ¿¡cómo será para los que vienen en esos cayucos desde tan lejos, todos juntos, sin agua ni comida?!" En esos instantes, tan luminosos, solo me queda celebrar su comentario, lo que hago, lo que persigo y la recompensa que estoy recibiendo.

Isaí no tiene más que catorce años. Es un niño normal y corriente de un barrio humilde. Viaja conmigo porque hemos participado del XIV Encuentro Regional de la Red de Escuelas Solidarias. Para él y sus cuatro compañeros, supone el primer año, la primera vez, su primer viaje de este tipo. Después de un año de esfuerzos, representan nuestra labor de centro ante otros chicos como ellos, y participan de sus juegos, de los conciertos y las nuevas amistades. En pocas palabras: más de 200 personas hemos comido, cantado, bailado, vivido, ¡no-dormido en un pabellón!... durante 72 incomparables horas. Pero, también, hemos aprendido y nos hemos concienciado de la realidad y de nuestra co-responsabilidad en ella, en lo que sucede. Isaí es la prueba.

Su comentario, presupongo, y creo que con acierto, viene dado por la conferencia que escuchó de manos y voz de Yaye Bayam. Esta maravillosa mujer es la presidenta y fundadora de la Asociacion de Mujeres Víctimas de la Emigración Clandestina, creada en 2006, para evitar que el éxodo masivo de emigrantes y sus terribles consecuencias, se sigan dando. Ella es una senegalesa que sufrió el que su hijo falleciese en el mar, a consecuencia de la hipnosis que, las mafias y la desinformación televisiva traída desde Europa, les hace padecer erróneamente. Desde entonces se dedica, a costa de poner en peligro su vida, a denunciar las posibles salidas de emigrantes por mar y a quiénes las están organizando. Teniendo presente que una de estas salidas puede suponer para un mafioso un beneficio de 150.000 euros jugosos, no es de extrañar que su cuello tenga un alto precio, pero ella no pierde nada, ya perdió a su hijo, ahora lo único que le resta es ganar vidas para evitar que otros pasen por ese trance. Ella me recuerda, nos recuerda para qué estamos aquí, en qué consiste nuestra misión y nuestro trabajo: te enseñaré lo que sé y lo que he vivido, para poder aliviar tu camino. Y grava en mi mente y mi corazón: solo el amor es infinito.

Yaye Bayan vive en un pueblo en el que, estadísticamente, podemos contar un muerto de mar por cada 30 metros de superficie. Los han perdido a centenares. Pero, si los muertos descansan bajo la espuma, los vivos no saben cómo vivir. En su sociedad, pueblo de marinos, las mujeres dejan de ir a pescar. Ya no se acercan al mar, huyen de él porque las olas dibujan el rostro suplicante de sus hijos y el salitre se transforma en lágrimas de sus almas. Por eso, se alejan de la tumba azul, y pierden su medio de subsitencia, por eso su sociedad las rechaza y las considera indignas. Los niños huérfanos del pueblo, los hijos de los fantasmas del agua, no van al colegio porque no tienen padre que lo costee, no van calzados, ni bien vestidos, no son alimentados como es debido, no son aceptados; solo el que tiene alguien en Europa que manda dinero es bien mirado. A sus padres se los tragó el mar, ellos son niños indignos. Niños indignos con una sola y única posibilidad de salir adelante, una meta: crecer, crecer rápido, contra el tiempo y natura, para poder pedir un préstamo que endeude a su familia y meterse en uno de esos cayucos de la muerte para intentar acceder a la Europa prometida y recuperar la dignidad o perder la vida.

Para y por ellos trabaja Yaye, para intentar darles otra alternativa, una formación y un trabajo. Nosotros, desde nuestras pequeñas posibilidades y nuestro discreto proyecto, la ayudaremos y nos estaremos ayudando.

Participo de la responsabilidad de esas muertes y de su pobreza, pertenezco a la sociedad que se nutre de ellos y de su materia. Es mi deber devolverles parte de lo robado sin piedad, ellos me lo pagarán bien: retornándome la conciencia, ayudándome en mi labor docente, permitiendo que mis chicos accedan al mundo, convirtiéndose, poco a poco, en hombres de futuro, con juicio propio y capacidad de compromiso para los suyos y los no tan suyos.

En esos instantes de olas y atisbos de mareos, seguimos pensando y hablando. Mi cabeza puso en movimiento sus engranajes: niños indignos, buen título para un post, fue un primer pensamiento. Los que no llegan... ¿dónde estarán? fue el que le siguió.

¿Dónde se esconde todo lo que partió sin llegar: dónde los besos, los proyectos, las palabras,...? ¿Existe una especie de limbo para todo aquello que no logró su meta? ¿conviven allí mis besos con esos pobres hombres que contemplan ahora con mayor dolor su fracaso? ¿qué será de toda esa fuerza, de esa energía, de los sentimientos truncados? ¿son el mar, son su furia, son mis fantasmas de espuma? Y suspiro...
Lo más curioso de todo esto es que yo puedo cambiar el mundo. Puedo, poniendo en marcha el primer eslabón de la cadena y contando con que otros me seguirán. Un día, puse en marcha un juego de abrazos en mi trabajo. Di los dos primeros y pedí que se continuase. Dos días después, seguían recibiéndose dichos abrazos, para mi sorpresa. Piensa; solo tienes que contribuir con una semilla a la espera de que dé frutos y crezca. Ten por seguro que lo hará. Y no, no te arrugues de forma escéptica y oscura, ni tan siquiera a ti te pega esa reacción. Mejor plantéate: ¿estoy viviendo lo que quiero vivir? ¿cuál es mi papel en la vida? ¿cómo contribuiré en esta historia de hombres, en mi propia historia? ¿cuál es mi legado, cómo dejare huella ? ¿cuál es mi herencia?¿qué es lo que de verdad quiero dejar a los míos y a los que vendrán?

¡Santo cielo!, ¡qué claras tengo las cosas a este respecto!: amor, dar amor, creer en el amor, tansmitir que el amor no tiene límites, es lo único que puedo dar a todos sin quitar a nadie. Puedo dedicarme a dar de ese amor que conoce cientos de miles de sinónimos y se puede llevar a todos los terrenos de la vida. ¡Gracias!, gracias por permitírmelo, por recordármelo, por hacerme de nuevo consciente de que, en mi pequeño mundo, no puede existir otra lección de vida. Y que queden como indignos solo aquéllos que leyendo este mensaje permanecen impasibles ante cualquiera de sus mensajes.

miércoles, 22 de abril de 2009

DESEOS

Yo no sé si los caminos del señor serán inescrutables, lo que sí me queda claro es que las autopistas resultan imprevisibles. Que son las diez de la mañana, que no llueve, que no ha se ha dado, por fortuna, ningún accidente, ni reparan y mantienen los arcenes,... da igual, una cola de más de una hora. En esos momentos, querrías que todos tus deseos se conviertan en realidad, porque, está claro, que desearías un poder mental capaz de despejar autopistas o elevar tu coche por los aires. Pero, tras una sonrisa evidente ante cómo te tomas las cosas, y ante la imagen de tu cuatro ruedas rechoncho flotando a través de la panza de burro, te das cuenta de que no malgastarías un deseo en algo así, que hasta de una situación como ésta se extraen elementos positivos, cositas que merecen la pena. El camino se va llenando de señales alegres: en el arcén quedan restos de vida, ¡pero de vida que aún no conoce la muerte! Una pelota de niño, una manzana verde y lozana, unos pantalones de chandal. Te imaginas cómo pudieron llegar allí y consideras que, a pesar de los kilometros que los distan, o más bien por esto, la explicación es única y evidente: un ángel recién escolarizado en las artes celestiales, camino de su academia angelical, no se dio cuenta de que llevaba la mochila abierta y perdió por el camino la merienda del recreo (si es ángel come sano), la pelota de entrenamiento (hasta que no es querubín no le dan el arco y la flecha) y los pantalones( poco acostumbrado a llevar mas que toga, no se los pone hasta la entrada del cole). Luego deseas de nuevo. Deseas que todo el mudo conserve en su inteior magia suficiente cómo para sonreír con cariño y respeto ante esta ocurrencia, deseas personas con humor suficiente como para seguirte el juego y, por ejemplo, describir qué tipo de nariz tiene el ángel y de qué manera lleva el pelo.



De repente, te das cuenta, o más bien, te recuerdas, que ese deseo está al alcance de tu mano, como todos tus deseos restantes. Todo depende de ti. Nada que quieras se te puede negar. Y no ya por tus artes de persuación (¡bendita seas Eva!, ¡gracias mi señora serpiente!) Sino por otra razón mucho más simple y poderosa.



¿Por qué te ha sorprendido lo de Eva y la serpiente? Es sencillo, estoy orgullosa de llevar hirviendo por mis venas el instinto femenino del reptil que "envenena" y me ayuda a conseguir lo que quiero. La única diferencia entre ella y yo, es que con esto de la evolución y el correr de los siglos, voy solamente tras lo que mis principios y libertades del otro me consienten. Día a día, cada día más y más, me estoy convirtiendo en una silenciosa y dulce culebra que se te cuela, adentrito, para conducirte hasta mi madriguera. No, no exagero, ahora mismo, por ejemplo, lees estas líneas, no estás en otro lugar ni con otra persona, sino compartiendo y regalándome tu tiempo y atención; piensas en mí, conmigo. Luego, si quieres, tengo argumentos más curiosos. Hace un par de días, en mi trabajo, una compañera se encontraba mal. Entré energéticamente en acción y quedó como nueva. Otro compi, el guapo del instituto, nuestro bebé, pues es el niño más joven, solo carga a sus perfectas espaldas 32 añitos, ante lo visto, hizo un comentario, una de esas broma consistentes en apuntarse él también a una carantoña mía, a masajes o lo que fuera. Ni corta (ni cortada) ni perezosa se lo di. Se interrumpió por otras responsabilidades (que no responsables, ¡nuestro jefe sacó hasta una fotografía!) y se retomó durante una tediosa reunión de sobremesa de más de dos horas. Mientras le acariciaba la nuca y el cabello, y le masajeaba los hombros, surgió una conversación susurrada (el jefe podría enfadarse si el volumen es mayor, con razón). Él se relajaba y se rendía. Al terminar conversación y masaje, yo había conseguido algo que me venía dando trabajos hacía semanas: encontrar un compañero de viaje no reacio a prestarme su apoyo durante una semana. Un viaje de trabajo, sí, pero a París, que también resulta estimulante y con el buenorro del grupo. Digamos que he solucionado mi inconveniente a pedir de boca. ¡No encontró fuerzas para decir que no! Todo lo contrario, lo tengo entusiasmado, ¡por fin el Bateaux Mouche a la luz de la luna tendrá un poco más de sentido para mí! (Escribo a la vez que pienso, ¿¡no soy una serpiente muy mala?!).

Esa misma mañana, en una librería, mis palabras, sin intención, lo advierto, alagaron o llegaron o embriagaron,... a una librera de la que nada sé ni conozco, que posteriormernte, me enteré que la mujer es famosa por lo seca y arisca , pues nada, en gracia le debió caer mi gracia, pues quiso quedarse con mi nombre y a cambio me hizo un regalo.

No me dicen que no, ni los propios y ajenos, es más, ni yo misma empiezo ya a decirme que no. Mi vida se transforma últimamente en un sí puedo, sí quiero y sí me lo merezco.


Soy dueña de mis deseos y mis deseos se escriben para ser cumplidos. Soy dueña de lo que deseo, pero como tú. Soy responsable de lo que deseo, como tú. De aquello que quieres solo te aleja tu poder de convencimiento, tu capacidad para creer en ti y en que eres lo bastante fuerte como para cumplirlo, atraerlo. Deseo, proyecto, imagino, materializo, pero no espero, voy a por ello , y comienzo a dar muestras y pruebas evidentes de que es eso lo que quiero, cambiando mi actitud y mi forma de actuar, modificando lo que me aleja de mi deseo.


Deseo sonrisas y cariño, los doy, me pongo en actitud de poder recibirlos, y acto seguido....ya está los recibo, muchos, muchísimos, de los que esperas y de quien no lo esperas. Deseo una situación, un objeto, un fin, un premio, y acaba llegando, en un tiempo universal, porque resulta que el universo no sabe de relojes ni cronómetros.


Pero, ¡cuidado con lo que se desea! Desde pequeña deseé ser como una actriz a la que adoraba, Katherine Hepburn. Me parecía una mujer hermosa, inteligente, con carisma y carácter, una emprendora, una adelantada a su tiempo, alguien que supo hacer y manejar su vida a su antojo. Pero no caía en la cuenta del peligro de mi deseo queriendo seguirla: durante 20 años, esa mujer fue la otra, la amante de Spencer Tracy, un tipo testarudo muy difícil de llevar. Durante 20 años, su fidelidad y amor estuvo para con él. Sin hogar estable ni familia, decidió y deseó que su estilo de vida girase en torno a ser su amante, su descanso, su liberación, su compañera de trabajos y repartos, y así fue y así ocurrió...

El hombre se vendió al genio y al diablo, puso en manos de otros sus deseos, pero aún bajo nuestra total responsabilidad son difíciles de controlar. El truco para vencer,... cuando lo encuentre lo compartiré; por lo pronto, meditar en torno a eso que se desea y no temblar ante el intento puede que nos sirva.

OS DESEO UN MARAVILLOSO DÍA EN EL QUE SE CUMPLAN TODOS VUESTROS BUENOS DESEOS.
Todo lo que espero de tu vida, es que me la regales por completo.
Que trepes de mis pies a mi cabeza, que me quieras al revés...
Cuéntame verdades como puños,
no me mientas para bien o para mal.
Que me ruja aquí el océano en el pecho,
al averiguar si vienes o te vas(...)
Y qué hacer con todo aquello con lo que no se da,
y qué hacer con los te quiero fabricados,
dejar que se despeñen de los labios,
o llenar con ellos pompas de jabón.



domingo, 19 de abril de 2009

INFIDELIDAD

Los políticos barbudos y feos que salen en la tele (no pienso en ninguno en particular, me parece una característica generalizadora en esos señores) suelen pedir una revisión de la Constitución y de no sé cuántos estatutos. Pero no deberían quedarse en esto; yo pediría además la revisión del refranero y las frases hechas, porque, por ejemplo, "todo se arregla, menos la muerte" está desfasada desde que han entrado las nuevas tecnologías. La versión correcta y actualizada debiera ser "todo se arregla, menos la muerte y perder el pendrive". No resultaría improductivo que también se invitase a revisar algunos conceptos o cuestiones relacionados, directamente, con una moral caduca no acorde a estos tiempos, porque oprime a las personas y no las deja ni crecer ni avanzar ni vivir felices y, sin meterme en cuestiones que recuerden más a un Platón de tercera división, la felicidad de sus miembros debe ser el objetivo principal de los líderes y representantes de un Estado.

Yo, que soy muy buena y generosa, les voy a hacer parte de la tarea revisando el concepto de FIDELIDAD, y su antónimo. Partiremos del ejemplo práctico de que muchas personas me han sido infieles, sin que yo lo haya sido casi nunca, a riesgo de algún guantazo o de que me cuelguen con brusquedad el teléfono. Me han sido infieles mi madre y mi padre, mi hermana, mi pareja, mi amigo Luis, mis malos profesores, mis amigos, mis compañeros de trabajo, ... Casi todas las personas de mi entorno han cometido infidelidades en nuestra relación; creo que solo escapan mis macotas, Gloria y Mauricio.

¿Qué cómo puede haber ocurrido? Es, muy, pero muy sencillo de entender, una vez deseches tu concepto de infidelidad para intentar comprender el mío. Las personas entienden por infidelidad el deseo o práctica sexual con otra persona distinta a tu pareja. Ya solo con esto empiezan los problemas. Para unos supone infidelidad un beso, para otros, la penetración, hay quien solo la contempla si es repetitiva o estable, es decir, doble vida, y quien se atreve a creer que nace ya desde el pensamiento. Bajo mi punto de vista, el error radica en que precisamente no se establece un punto de partida común para definir, no ya este término, sino el concepto de relación, una palabra, ¡pobrecita!, tan choteada que ha perdido toda significación. La historia de esta "humanidad" la carga de tantas connotaciones negativas, que habremos de plantearnos a partir de ahora, usar algún sinónimo más limpito; para mí resulta perfecto el de PARTICIPACIÓN. Una participación entre dos personas vendría a significar: 'compartir la energía durante el tiempo que se pasa juntos, dándonos la libertad de ser nosotros mismos, permitiendo que el otro también lo sea, abriendo nuestros corazones en la confianza de que ambos estamos juntos porque deseamos armonizar nuestros sentimientos, celebrar, crecer, sin tener que prescindir de nuestra identidad'.

¿Entonces, cuándo entraría el concepto de infidelidad en una relacion (¡ups!, perdón, en una participación) como ésta?: cuando llega la falta de información, la oscuridad y la mentira. Supongamos que salgo con un chico (podría darse el caso de una chica, para mí cualquier relación es igual de lícita, pero si me pongo de ejemplo, me toca nombrar hombres, soy mega-hetero comprobada. Con esta aclaración no homofóbica que nos recuerda el próximo 17 de abril, sigo). Salgo con un hombre que se sienta ante mí y me comenta, "-tengo sexo con otras mujeres y no hoy, ni ayer, sino lo tendré también mañana, porque es mi necesidad, va conmigo. ¿Creéis que supondría una infidelidad?, pues no. Sin embargo, si lo sería, y de las gordas, el que se me ocultase una llamada que me permite un ascenso o un cambio de trabajo, un no-aviso determinado, que no se me notifique una noticia, que no se me revele información que me permita actuar de una manera, que se me oculten los verdaderos datos acerca de nuestra historia actual, religión, situación económica, que se piense mal de mí y se me ponga buena cara, una masturbación, no consentida, con mi rostro y mi nombre,... cada una de estas cosas sí supondrían una infidelidad, y creo que ya empiezas a pillar por dónde van los tiros.

Tenemos derecho a vivir nuestra vida y relaciones como nos plaza como individuos. Solo dos premisas son necesarias: ser sinceros con los demás y con nosotros mismos (es cierto también podemos sernos auto-infieles). Cuando una persona te priva de la información, datos, etc., que te permitan actuar en libertad, decidir por tus medios y optar por tomar tus propias decisiones, está poniendo escollos a tu evolución y te está siendo infiel. Te impide ser. En el ejemplo anterior, consideraría infidelidad el que otra persona comparta sexo con alguien ajeno sin que me informe, ahí me priva, por miedo o egoísmo, de adoptar una postura. Ante un hombre que se te planta delante y te dice "me acostaré con otras", ¿crees que saldría huyendo?, ¡jamás! es el tío perfecto. Posee las virtudes de la honradez, el coraje y la transparencia, entre otras. Me bastaría la condición de exigirle protección y cabeza, solicitarle que me comunique cuándo no uso ambas cosas, para seguir felizmente a su lado. Y es que por inri, existiría mayor probabilidad de que, con esas características, resultase no ser posesivo, por lo que yo podría mantener mis amistades sin conflicto alguno y además siempre sabría que me quiere con locura, a mí, al lote, porque aun probando canapés por ahí, sigue queriéndose comer a su plato fuerte (bueno, admitamos que se debe a que este plato lleva un toque de picante rico, rico, rico, de los que se pega al paladar).

En mi pasado, gocé de relaciones que ocultaron estas informaciones. Al descubrir la mentira, ya no supe distinguir ni una sola verdad. La duda reinó sobre todo lo dicho o vivido. Tuve amigos que por interés personal y de su negocio, que según ellos, iba viento en popa a toda vela cuando yo estaba, contaron mentiras o abusaron de mi buena voluntad para que yo permaneciera. Sé de colegas, con pareja y aparentemente apáticos, que con dos copas, y hasta sin ellas, confesaban a otros terceros que se masturbaban pensando en determinadas partes de mi cuerpo, o simplemente en mí. Estuve a punto de tomar decisiones erróneas y dolorosas por no disponer de información importante. Estas situaciones sí han marcado infidelidad: ¡déjame decidir a mí hasta dónde estoy dispuesta a ayudarte!, ¡déjame saber con quién estás y decidir si quiero continuar a tu lado!, ¡no mezcles tu energía sexual a la mía sin contemplaciones, y encima haciéndolo público sin consideración alguna para ti, para mí y para con quien está contigo!, ¡no des la sensación de estar jugando una partida en la que, por esconder fichas, resultarás el único ganador!

Ya mencioné una vez que en la adolescencia coleccionaba frases y citas; he descubierto que los adolescentes de hoy continúan haciéndolo. Había una, que recuerdo y viene al pelo, "si amas a alguien, déjalo libre, si regresa a ti, es porque hay amor. Deja que su alma de gato merodee por los tejados, coja sol, reflexione bajo los rayos de la luna y decida por sí mismo, que si permanece a tu lado en plenitud de libertad y conocimiento, se encontrará tan, pero tan bien, que rozarás eternamente el sentimiento de felicidad. Pero, si no, deja marchar, sé abierto, sé honrado, contigo también, porque no tenemos derecho a serles infieles a todos los nuestros, y por supuesto, cuidar de no sernos infieles a nosotros mismos.

A tanto rollo denso, prometo acompañarlo con una foto ligth, cuando te agobies, que sé de alguno/-a que este tema revuelve, mírala y sonríe y respira. Un beso de una amiga FIEL, aunque a veces eso no nos guste....

sábado, 18 de abril de 2009

EL DOLOR

PARA MILI y MÓNICA.

Desconozco si este tema lo hemos compartido ya, pero lo haremos hoy de todas maneras, pues la magia de esto, los sentimientos, también consiste en renovarse y reaparecer, transformados, una y otra vez, como el mismito virus de la gripe. Y sonará muy personal lo que escribo, soy consciente de ello, pero es que el punto de vista de este narrador; no puede ser otro en estos instantes, un narrador autobiográfico que también es sabedor de otros que andan en una situacion similar y opta por actuar como testigo.

El dolor es uno de los sentimientos más peligrosos que existe. Es solo la antesala de un proceso bastante difícil de enfrentar. Primero, llega como una bocanada, una sorpresa difícil de asumir, te desconcierta, te paraliza y te retiene. En ese momento, solo queda esperar y no resistirse a cualquier reacción venidera, eso es lo más importante. Fluyen luego los síntomas. El nudo que atenaza tu estómago, la mezcla de peso y vacío, la sensación de que el mundo se detiene y la horrorosa impresión de pérdida. En ese estadio, toda nuestra oscuridad aflora y explota por los aires, como una verdadera lluvia petrolífera, pues sí, por qué no, de valioso oro negro. Con ella brotan otros sentimientos: el de culpa, "¿por qué hice esto?, ¿en qué fallé?, ¿por qué no me di cuenta?, ¿cómo se me ocurrió no dar lo suficiente?, ¿o dar demasiado?, se ha marchado de nuestras vidas sin demostrarle que,... no sé, son tantos como oportunidades y situaciones. Surge cómo no, la rabia, la furia, la incomprensión, las culpas encarnadas en otro, que el otro también decide y sus decisiones, en ese momento, no son vistas como correctas. Más tarde, aún nos queda pasar por la fase de autodefensa y protección, en la que son otros terceros los que cargan nuestras culpas, pues vamos a reconocer en cualquier gesto de afecto ajeno a lo sucedido, señales de alarma en torno a lo vivido y a causa de ello. Y nos cerramos como perfectos bunker, para no experimentar ni sentir. El encierro no nos viene mal, porque abre la posibilidad de autoexplorarnos y conocernos y reconocernos y buscar respuestas y salidas. Solo entonces abandonamos nuestro laberinto emocional, sabedores del paso que podremos dar ahora, preparados, pero además conscientes de que nos volverá a ocurrir, no quedará otra, lo único que sucede, es que en la próxima ocasión seremos un poquito más sabios y estaremos algo más curtidos, por lo que resultará un pelín más sencillo. ¿Tranquiliza?

Uno de los ingredientes imprescindibles en estos momentos son las lágrimas, hay que soltarlas sin miedo ni tapujos, que son limpieza de alma. Si a unos nos da por el encierro, a otros por buscar amigos, los que no comemos, los que comen más de la cuenta, eso ya es cosa de cada cual. Esta vez no tendré tapujos en contaros mi sistema, porque lo necesito. Lo primero que hago es escribir y escribir sin sentido ni norma, dejando que fluya de mí todo lo que sea preciso, sin mirar atrás. Entonces, inevitablemente, rompo a llorar y busco mi salida: el agua. Siempre me he considerado un ave fenix. Lo de gato no me vale, ya tengo agotadas más de siete vidas. He surgido de situaciones dignas de un guión de cine, sin señal externa de haberlo sufrido, pero con memoria interna del proceso. Pues, a pesar de ser pájaro de fuego, en caso de dolor, me sumerjo dentro del agua hasta que mis pulmones no me permitan seguir (últimamente con tanta práctica me estoy planteado meterme en un equipo de agnea). El mar me envuelve y protege, me da la sensación de que viene a despojarme de lo que me rompe y, por otro lado, el océano es un infinto cántaro de lágrimas ¡y más saladas que las mías!

Más tarde toca recomponerse y mimarse, si no lo haces, aquél o aquello que te causó dolor puede poner en tela de juicio tu forma de ser, tus principios y valores. ¡Es lo primero que debe ser evitado! No eres mala, no eres estúpida, no eres torpe, no has actuado como una gilipoyas, no te has dejado vencer, no has sido ni inconsciente ni inmadura, dale la vuelta a todo: has sido tan tú y tan auténtica, tan gratificantemente ingenua y pura, que has sufrido el riesgo del error y el dolor.

Pero el dolor nos hace fuertes, que no tristes, y nos hace listos, que no serios y tiene igual derecho a existir y a darnos lecciones como otro sentimiento cualquiera; solo queda tratarle lo mejor posible, negociar con él algunas condiciones y seguir caminando juntos el tiempo que sea preciso, sin agobiarse, sin detenerse ni adelantarse.

martes, 14 de abril de 2009

ROBOS CON-SENTIDOS


¿Os habéis dado cuenta cómo este rollo de la crisis da para mucho y hay quien sabe aprovecharse del momento? Por ejemplo, ¡y pobrecito de él!, este actor presentador tan mono, que se parece al de los yogures bio Danone y que presentó un tiempo con María Teresa Campos,... ése anda publicitando una empresa de video-alarmas, porque, claro, en los tiempos que corren, el riesgo de delincuencia y peligro crece, crece y crece. Es decir, compra porque te aconojo. Luego están los que se lo toman con humor, y salen en el telediario y todo, que, como diría mi abuelo (bueno, mi abuelo, la verdad que no), "ya no es lo que era". Pues ésos, y no me lío más, se dedican a ponerle anuncios a los ladrones del tipo: en esta casa tenemos el dinero justo, ni joyas ni objetos de valor, si de todos modos decidieran entrar, háganlo pacíficamente y sin dañarnos que garantizamos no llamar a la policía hasta que hayan transcurrido quince minutos desde su ida.


Entiendo que le demos valor a las cosas, sobre todo cuando dejan de serlo y simbolizan amor y esfuerzo. Pero existen otros valores que vienen de la misma mano y nadie nos podrá arrebatar jamás. Aquél impulso que me llevó a lograr lo que hoy tengo, el momento que propició aquél otro, eso seguirá siendo nuestro para siempre.


Sin embargo, y aunque parezca mentira, existen, por el contrario, las cosillas que uno está deseando que le roben. ¿Cómo?¿qué no me crees? dame un segundo y lo comprobarás. Por lo pronto a mí, y creo que no soy la única, ¡¡me encanta que me roben el corazón!!, que me roben el protagonismo (sobre todo en las fiestas y encuentros familiares), y no fue desagradable el que me robasen el virgo, aunque me acompañe astrológicamente hasta el fin de mis días. No me ha disgustado que me robasen un cuadro en mi lugar de trabajo, más que nada, porque lo había pintado yo, representaba a uno de mis ángeles y, a parte del valor que puede haberle concedido el ladrón, no dudo de que llenará de luz el lugar al que fuese a parar.


¿Y qué creíais? ¿qué no me gusta robar? Pues sí, señor, aciertan los que responden con un sí. ¡Adoro robarles las camisetas! A ellos... y cuánto más grandes sean, mejor. Que te vistan hasta las rodillas, largas y cómodas, porque decides no llevar nada más, que huelan como él huele. Me gusta. Me sabe mejor la comida robada, las tortillas que hacía mi madre cuando yo era pequeña. Me agazapaba detrás de la puerta, a la espera de que ella se fuese a la azotea, para robar el pedazo de tortilla recién hecha, caliente, que deshacía en mis manos,... porque eso sí, había que comérselas entre los dedos. Me gusta el chocolate robado de la despensa de la abuela, de la casa de mi hermana (casi tanto como el que medio fundido te traen a la cama). Ni mucho menos me disgusta mordisquerar y robar los codos del pan camino de casa, sea de quien sea.

Y da por hecho que me siento llamada a robarte la razón, el sentido y el aliento, si te dejas, para complacerme ante la visión de que disfrutas con ello. Robos con-sentidos, sin más.

lunes, 13 de abril de 2009

DUDAS


¿Es cierta la ley del lápiz bajo el pecho?¿y si el pecho tiene esa caída de forma natural?¿y si no se cae?¿cuándo se sostiene (el lápiz) hay que usar reafirmantes?¿los reafirmantes corrigen algo?¿a la hora de corregir, qué es lo más importante?¿quién es lo bastante importante como para decidir qué es lo que se tiene que corregir?¿los que deciden se autocorrigen?¿quién corrige al que corrige?¿quién les dijo a los tío que un movimiento circular del pene estimula mucho más a la mujer que el vertical?¿dónde se aprende eso?¿eso se practica o se suelta solo a lo teórico?¿existen tíos que se preocupen por la satisfacción femenina?¿existe algo realmente femenino?¿y masculino?¿masculino no podría analizarse etimológicamente como lo que tiene MÁS CULItO?¿Qué hay de verdad en el dicho de las abuelas de que hombre con culo redondito engendra niñas?¿Me viene mi "culito" respingón de los genes de mi padre?¿Es lícito mirarle el culo a un padre?¿Alguien se lo ha mirado?¿Resulta una leyenda urbana el que un 70% de los padres crían niños que no son suyos?¿Quiénes fueron entonces las listas, las 70 o las 30 mujeres?¿En qué consiste exactamente la paternidad?¿qué es eso del reloj biológico y el instinto maternal?¿cuál es el nombre que se pone al instinto del padre violador y la madre castrante?¿el Fidel Castro está muerto o no está muerto?¿lo que sale por la tele es directo o grabado?¿Alguna persona sabe exactamente a ciencia cierta cuando se murió el Franco?¿Por qué no hizo migas nunca con Francia si le venía a huevo por nombre y cercanía?¿lo de los huevos de Pascua no se puede relacionar con algun Pascual que nos tenía hasta los huevos de tanto andar haciendo el pavo con esas pintas?¿A quién se le ocurrió eso de andar preguntando si fue primero el huevo o la gallina?¿por qué es malo ser un gallina pero genial ser un gallito?¿por qué lo cojonudo atrae pero un coñazo echa pa'trás?¿Por qué las mujeres imitan lo peor de los hombres?¿de dónde salió la nueva moda de andar operándose los labios menores y mayores para que estén más "recogiditos"?¿Hay quien se preocupe por recoger algo más que la casa o recogerse a tiempo?¿cuánto cobra la peluquería de la esquina por una depilacióooooon en forma de zanahoria o conejito play boy?¿ese tinte no pica?¿De qué sirve la zanahoria? si se le da de comer al conejo... ¡no tendrá hambre!¿por qué siempre nos andamos haciendo preguntas?¿por qué siempre nos preguntamos cosas negativas o tristes?¿por qué nadie me hizo nunca estas preguntas?¿por qué ni siquiera yo suelo hacérmelas?¿por qué no has respondido a ninguna, prácticamente, de mis preguntas?¿de que te ríes?¿crees que creo que reírse es malo?¿crees que sabes lo que creo?¿creías que iba a terminar de preguntar?Creíste bien.

domingo, 12 de abril de 2009

HUMILLACIÓN

Lo primero, primerito, antes de que me dé por escribir, feliz día de renovación a todos.

Ahora sí; estaba pensando en que esto de la escritura automática está muy bien. Uno se pone a soltar lo primero que le viene a la cabeza, y lo compartes, e incluso lo revisas, después de unos meses, dándote cuenta de que has evolucionado,¡chachi!, pero, además, siguen existiendo cositas de las que dejaste atrás, que te siguen gustando... Me recuerda, ¡como no!, a una película, una que toda persona (junto con El Club de los poetas muertos) debería ver antes de cumplir los 18; me estoy refiriendo a Descubriendo a Forrester, una bonita relación entre un escritor que, sabiendo mucho de todo, se ha negado a saber vivir, y un chico negro, de barrio negro y futuro negro, que se debate entre, ser bueno en el baloncesto y aceptado por los negros o ser bueno, que lo es, en sus estudios y literatura, y dejar de ser aceptado por los blancos. Pues nada, el Forrester le enseñó a sentarse delante de una máquina de escribir y teclear a ritmo, sin pensar ni detenerse. Resulta gratificante, deberíais probarlo (invitación, no orden ni sermón).

Aunque, hace un minuto, cuando decidí que me sentaría a escribir no pensaba en esto, pensaba en escaleras. Resulta que a mí me falta una (y no estoy recurriendo a la socorrida metáfora de los peldaños y las pruebas, y que si tú estás aquí y yo no te sé seguir y blablabla)... Me refiero a una escalera simplona, al conjunto de láminas de metal, plástico o madera que, enlazadas entre sí por dos barras permiten el ascenso o decenso de planos físicos. Esta escalera mía es de caracol, y metal, ¡con el mal feng-shui que tiene!, y está en casa de mi madre. Un día, la compré para la terraza, porque arriba tenía planes de hacer algunas cosillas, pero como no me he puesto a ello, por papeleo y demás, y porque antes las terrazas de abajo quieren un repaso, y la cocina, y todo ello significa meterme una semana en casa a ejercer de albañil (sí, señor, también sé, ¿a qué soy un chollo?), pues nada que está la escalera pintando monas. Mientras, yo trepo por una de esas escaleras inestables de metal hueco, que tengo en un rincón, cada vez que subo a regar las plantas que me dio por poner en las alturas. Deben estar agradecidas de vivir tan cerca del cielo, porque con el poco cuidado que les doy, ellas me devuelve tomates, pera-melón, lechugas,...

Pues nada, encaramada a la escalera, con el móvil, por si un día la escalera se da a la fuga y tengo que decidir entre deslizarme tejado abajo y saltar, o llamar a mi hermana para que venga con sus llaves, y a pesar de las alturas, y la impresión que da ver el mundo en ángulo recto, me dio por pesar (lo sé, la escalera no es tan larga, pero es que yo pienso a la velocidad del rayo, soy Thinking-woman). Y reflexioné acerca de lo estúpido que puede resultar el concepto de humillación.

La parte externa de mi familia, ésos que llevan un 30% de tu sangre y poco más, quiso enseñarme tres mandamientos de la ley de los Quintero: no amar, no confiar, no llorar. Hombre, la verdad, muy de izquierdas no resultan, sin que me guste esto de la política, recuerdan a la España más oscura, pero qué le vamos a hacer, y les salimos ranas mi primo Carmelo y yo; suspendimos en los tres temas. Lo que si heredé de ellos fue el sentido del orgullo. Me cuesta admitir ayuda y mucho más un regalo, si siento que no he respondido con el doble. Me gusta hacer las cosas por mí misma, por motivación de logro, supongo, no quiero que nadie me haga sentir menos,... no quería.

En este apartado, gracias a todos los dioses, santos, seres y hados, es en el que más he cambiado y evolucionado. Ya no me siento ni peor ni mejor que nadie. Ahora llamo en caso de auxilio (menos cuando estoy enferma, de ésas salgo yo solita), pregunto por lo que no sé hacer cuando he descubierto que yo no puedo. Es más, pregunto todo lo que crea que puede darme una lección, sin sentir, ni por un instante, que estoy quedando como una idiota. Y lo mejor de todo, expreso lo que siento en cualquier circunstancia o situación.

Hace unos años, cuando veía una película en la que chico dice a chica todo lo que siente y chica se queda igual, le cotestaba a la pantalla: ¡ala, por capullo!, ahora ella a empavonarse y tú te quedas igual. Sentía que esa persona se había humillado. Digamos que, para entonces, estaba un poco más verde.

Considerar que la expresión de nuestros sentimientos es una humillación, supone dar por hecho, de la misma forma, que sentimos menos o peor que el otro. Si damos nuestra más cuidada imagen en una cita y preparamos el plato que mejor nos salga para los invitados,... qué nos hace pensar que, cuando abrimos nuestro corazón, no es para regalar lo mejor de nosotros mismos. Abrirte a otro y decir te quiero, lo siento, me importas, estoy a tu servicio, ya me tienes conquistado, aunque no sea recíproco, no es motivo de pena o infravaloración, es una recompensa para la otra persona, que es obsequiado con el hecho de descubrir que despierta valores y sentimientos tan positivos en los demás, y, a la par, nutrirte del placer de comprobar que, esos sentimientos tan lindos, están en ti y crecen.

¿Qué mérito existe en decir solo me decepcionaste, estoy enfadado, te odio, no te quiero,...? Primero, porque eso es sencillo adivinarlo sin tan siquiera decirlo y, segundo, porque si lo que pretendemos es achicar a la persona y hacerla descender de la escalera ésa de las narices, somos crueles, malos, inseguros, inmaduros, inestables y muy propensos a humillarnos nosotros mismos, porque sí, ésta es mi conclusión: la humillación nace solo de nuestra propia autoestima desregulada. Es una mala hierba nuestra, sola, ¡solita!, de la que a nadie podemos hacer responsable.

Punto y final, respiro y publico y os mando un besito.

sábado, 11 de abril de 2009

UNA HISTORIA VIEJA Y UNA VIDA NUEVA

Para aquéllos que sostienen y desean que me ponga a escribir de verdad (qué subjetivo me resulta su juicio), que sepan que ya lo hago, aunque no me guste admitirlo, que sepan que su deseo es mi deseo, aunque me dé miedo. Hace unos meses escribí:


Nunca entró en aquella habitación, ni tan siquiera en la casa. Amanda permanecía sentada en la escalinata de madera, atisbando de vez en cuando hacia el decorado del fondo, el pasillo enmoquetado, el espejo de pan de oro y la carísima porcelona europea. En esos minutos de soledad, solía imaginarse cómo estaría él y preguntarse por cuáles serían los sentimientos de ese padre que, siendo un médico tan reconocido y pudiente, nada podía hacer por su hijo. Precisamente el padre suponía una de las razones por las que no quería entrar ni ser vista. El doctor era su médico, y el de sus hermanas y su madre. Con su madre mantenía una relación cordial y simpática desde hacía muchos años, desde mucho antes del accidente. Para Amanda resultaba un ejercicio sencillo el cerrar los ojos, y ver a su madre, ante el espejo, maquillándose y retocándose el cabello para acudir a la consulta del doctor. Tardaba más de lo acostumbrado; más que para los días de compra, de misa o de cine. Luego, llegados a su despacho, se pasaba las horas conversando, mientras la niña tenía que conformarse con balancear sus piernecitas sentada en la camilla, silenciosa y educada, e imaginar el día en que fuesen tan largas que pudiesen tocar el suelo, y permitirle salir corriendo, veloz, con sus zancos calzados por zapatos rojos, y no regresar nunca. Cuando entraba la enfermera, se recordaban que volverían a coincidir en breve, como de costumbre, en la cafetería de Yaiza, y se despedían de lejos. Amanda sabía a ciencia cierta que ése había sido el amor platónico de su madre y que al doctor, aquella mujer de larga cabellera castaña y ojos negros, no le resultaba ni mucho menos indiferente.


Nunca le quedó claro qué fue lo que le sucedió a su hijo. Algo tuvo que ver un golpe recibido en la cabeza, mientras montaba en bicicleta a través de un camino demasiado peligroso hasta para un adolescente; pero es que, por lo visto, había influído algo más. A ella la información le llegaba a través de la amiga a la que solía acompañar, Candelaria, una niña de su misma edad, obesa, descuidada y bastante mentirosa, con la que Amanda había aprendido que el crédito concedido a las historias que nos lleguen debe ser relativo. Pero la acompañaba, y la escuchaba, porque Candelaria estaba enamorada del chico y, por otro lado, no había quien lo hiciese.


Amanda, si lo hubiese querido, habría sido muy bien recibida en esa casa. Durante once años fue compañera de clase de la menor de las hijas del doctor y compañera en el transporte escolar de la mayor. Conocía a las niñas y compartía el dolor y la incertidumbre que suponía, de repente, ver a tu hermano en un coma indefinido. Pero, en esta oportunidad, también prefirió permanecer en las sombras.


Lo que ocurría no es justo, no es justo para nadie, pero menos para él. Quique tenía solo un año más que Amanda, cuando se vio sometido a este involuntario letargo. Solo tenía 16 años. Ella no hacía más que preguntarse si sus preciosos ojos azules estarían abiertos, mirando a la nada o si los habrían cerrado; igual, para siempre. Si aquellas prodigiosas manos amenizarían de nuevo las sobremesas del pueblo con las "sonatas para piano desde un segundo piso". Si volverían a disfrutar de su perfecta sonrisa. Guapo, simpático, culto, deportista,.... ¡era normal que Candelaria se hubiese enamorado!






Aunque se le pasó pronto, dos meses después escaseaban las visitas de la chiquita, otros dos meses bastaron para que empezara a salir con un chico, un aprendiz de carpintero. Quique seguía allí, postrado en su cama, bajo los cuidados atentos de su familia, los cotilleos del pueblo y la atención de Amanda. Ella no le abandonó, a su modo. A veces solía detenerse bajo su balcón y, apoyada y oculta en la pared, imaginar las melodías de su piano, y tocarlas con él. Ese verano comenzó un diario dirigido al chico. Todos los días se sentaba a escasos metros, en el escaparate de la librería, para cartearle y leer, en voz no muy alta, lo sucedido en su vida, en la de él, en la del pueblo. Todas las noches imaginaba cómo Quique se levantaba, sonreía, abrazaba a sus familiares e, inmediatamente después, preguntaba por ella, y se daban las gracias, ¡y le reclamaba el cuadernillo! Al fin y al cabo, el cuaderno le pertenecía. Amanda estaba convencida de que él podía sentirla, que le ayudaba el saber que había alguien, no ya preocupado por él, sino sabedor de que Quique seguía siendo el mismo chico inteligente y maravilloso, capacitado para ayudar y escuchar. Eso es lo que hacían Amanda y Quique, escucharse. Amanda creía que desear y creer y confiar y abandonarse a la esperanza, podían contribuir en favor de Quique.


Nunca le contó que lo trasladarían a cientos de kilómetros, ni que sus padres se separaban, ni que su madre dejaba el trabajo y su padre volvía a casarse. Tampoco creo que hubiese hecho falta, Quique lo sabía. Amanda le fue fiel hasta el mismo día del traslado, después, lo evocaba de vez en cuando, a través de los años, o ponía atenta la oreja cuando se daba cuenta de que, en una conversación ajena, él y su familia eran tema del día.


Esta mañana, Amanda ha entrado en la frutería de su barrio en busca de los ingredientes más difíciles para la ensalada más exótica. Las dos dependientas, una chica junto al mostrador, un chico guapísimo y sonriente, que sostenía dos garrafas de agua, componían todos los presentes. La cara de la chica le ha resultado familiar, una cara de la infancia, pero han pasado tantos años... De repente, la ha reconocido, justo en el mismo instante en el que la dependienta hacía un comentario: -"Da gusto tener un hermano así, que la ayude a una a cargar con la compra". Amanda hoy ha recibido el mayor de los regalos, le han confirmado que puede creer en los milagros.




No quiero, ni mucho menos, compararme con el señor Márquez, por citar un caso literario cercano, ejemplo de ficción y realidad, pero es que en mi pequeño universo también se dan estas cosas. Hace unas horas viví:


Las tiendas de aeropuerto ya no son lo que eran. ¡Es imperdonable que ya no se puedan encontrar esos enormes botes de M'ms con los muñequitos al tope, que tenía muy presente gastar una dulce broma a un bombón con cacahuete! Tampoco es que se diferencien mucho en precio sus chocolatinas gigantes, pero sacan de más de un apuro cuando los sandwiches y zumos de la cafetería te producen, inexplicablemente, acidez.


Solo resta esperar unos minutos. Hay poca gente alrededor. Una señora al sentirse observada por mí, recoloca con discreción su bolso. A mí me hace gracia. Dos chicas, una de espalda y otra sentada de medio lado, sostienen una conversación con un chico, que también me da la espalda y está sentado entre ambas. La chica ladeada me mira, me reconoce y me saluda. Puede que no lo hubiese hecho en otra ocasión, pero es que en estos lugares se agradece. Yo no sé que hacer. En un segundo me doy cuenta de que es ella, Maribel, y de que posiblemente sus acompañantes sean... sí, Quique y su hermana mayor. Temblando, casi tanto como mi perra antes de un baño, me acerco. Los saludo, los invito a chocolate, me hacen un hueco, hablamos más bien de cómo me han ido las cosas. Él no deja de mirarme, pero sin mediar una sola palabra. Con educación me disculpo y me despido con un beso. Acelero el paso y me encierro en el pestilente baño. Rompo a llorar, por la tensión, por la gratitud, por el miedo, por la alegría, por el valor, por la sensación de no estar viviendo algo real, por la duda, por la incredulidad, por haberlo visto, por su silencio, por la recompensa, porque me hace falta, porque no sé qué otra cosa hacer.






miércoles, 8 de abril de 2009

SON MUCHAS LAS COSAS

(Para atrevidos y sensibles, una invitación a la lectura: en este mismo blog, la Ventana de los cuentos, una historia escrita por una mujer, como solo podía ser, una historia de sensualidad inigualable)
A todos nos ha sucedido que, en un momento dado, o en un día determinado, nuestra vida se convierte en una lista de supermercado. Cosas por hacer, cuestiones retrasadas, cosas que contar, tareas soñadas y asignaturas pendientes. Hoy, para mí, es uno de esos días, pero en un plano diferente al que pensáis. Tengo muchos asuntos en esta cabecita, cabezona, y quisiera abarcarlos todos, que ninguno es de importancia vital, pero ninguno deja de serlo tampoco. Como son dispares y distintos, tal vez debiera lanzarlos sin más, como en un diálogo de besugos (aunque esos tipos tan escurridizos, más que hablar, seguramente, se lo digan todo con mirarse a los ojooooos, jejejej, si no suelto algo así, no soy yo).


¿Os habéis fijado en la chica que dibujé como presentación? Es un hada hermosa de pelo salvaje, que representa a Madre Tierra, a un ser mágico que mira pausada e inteligente el mundo, que sabe escuchar, pero, cuando habla causa mejor impresión, porque su voz es comparable a la de las sirenas. Pues esa mujer tan maravillosa se llama desde hoy Helena, porque es el espíritu encarnado de mi "diosa" griega, de mi ángel guerrero que, aunque anda un pelín descolocado desde que lo bajaron de esos cielos tan altos, ya se va adaptando a este plano del mundo y empieza a calentarnos con su luz (que no deslumbrarnos).


Luego, por otra parte, una parte opuesta (seguimos descendiendo en nuestra lista) está el tema de los regalos. Me gustan los regalos. Mi casa está llena de objetos preciosos que me han sido dados con amor, con tanto amor, que esta casa se ha convertido en un lugar mágico al que todos gustan entrar y nadie desea abandonar. Alguno puede que sea caro, todos son hermosos y poseen un valor incalculable, sobre todo aquéllos de los que menos se sospecha. Si la recorremos juntos te darás cuenta por ti mismo. Nos detenemos en la puerta, hay colgado un dibujo que me ha convertido en cómic, realizado por un chico estupendo y con mucho talento. Su regalo me transmite admiración, confianza en mí e inspiración, ¡pedazo regalo!; entramos y frente a nosotros, otra lámina, esta vez en tinta china, representa unos bambús. Regalo de la misma mujer que me pintó una piedra muy chula y me trajo de una escapada a Barelona unos bombones muy sugerentes y con un toque esotérico que suelo comer poco a poco, día a día, cuando me siento plena. Mi admirada rebelde con causa me regaló, sinceridad, pasión y la sensación de tenerme presente aún en la ausencia ¡pedazo regalo! En mi habitación, por toda la casa más bien, hay angelitos colgados aquí y allá. Llevan el nombre de quien los trajo a mi vida, quien quiso quedarse bajo la sensación y el sentimiento de la gratitud, de la alegría, la ternura, de un "tú me gustas y quiero estar contigo", ¡pedazo regalo! Objetos realizados por ellos mismos, detalles que prueban que se me conoce, se me escucha, se me quiere, gestos peciosos que quieren hacer de mi vida algo más lindo, llenan mi espacio hasta el punto de rebozar, y eso me hace feliz. ¡Me gustan tus chocolates, las canciones regaladas! y, sobre todo, la semilla, la huella que has querido dejar con el gesto.


Y seguimos descendiendo en nuestra lista, pero con temas un pelín más desagradables. Me enteré de que ha muerto Mari Trini. Para quien no la recuerde o conozca, era una mujer de extraño atractivo, con el labio partido y una de las miradas más fuertes e intensas que haya visto, es decir, una no-modelo que no pasaba desapercibida y no se podía dejar de mirar. Tenía una voz peculiar y rasgada y sus canciones transmitían un dolor fuerte. Yo la recuerdo, en la lejanía, de pequeña, en esos programas de la tele con muchas luces y poco decorado, y recuerdo una canción http://www.youtube.com/watch?v=WynVVxT1aNc y reniego del hecho de que haya tenido que ser su muerte quien la haya rescatado del olvido.

La otra noticia no es mejor, por muy musical que sea. Que el arte ha estado contaminado siempre por cuestiones políticas, no cabe duda. El artista dice ¡no! a su manera, hasta yo lo hago, sin serlo, artista del todo, vamos. Pero, cuando ese arte defiende una lucha no lícita, cuando se prostituye vendiendo la muerte, la violencia, de manera hipócrita, me causa rabia y el descontrol de no saber qué hacer o para dónde tirar. He sabido que parte de los beneficios de la Oreja de Van gogh van destinados al apoyo de la causa de ETA. Esto me ha congelado. No sé si es el grupo actual o el separado, si se habrán separado por ello, no sé muchas cosas, solo que una canción de su último disco, una preciosa y educada canción que se vale del amor para transmitir el dolor de la pérdida, las vidas truncadas, en ese fatídico 11 de marzo, el día del atentado de Atocha, pareciera querer decir, me duele que se pueda atentar contra los seres humanos por ideales, me duelen las muertes, y entonces,... ¿solo las de ETA son justificables?, ¿cómo se diferencian unas de otras?, ¿escribieron la canción para quedar políticamente correctos?, ¿por qué la enfocaron desde ese punto encubierto de titularla "Jueves" y que sea el amor roto su centro? Ellos me gustan , su música me gusta, pero mis valores son aún más importantes, tal vez los estén negando y, en ese caso, habrá que apartarse. ¿No lo hacéis? ¿no dejáis un camino cuando reconocéis que no es el vuestro, por mucho que la manada diga sí, ven, por mucho que signifique apartarte del grupo y la generalidad? Yo lo hago, ha costado conseguirlo, pero lo hago y lo seguiré haciendo, así que no me queda otra, más que investigar, analizar, pensar y decidir,... Como tengo para todo el día mejor os dejo ya. Si sabéis algo, compartidlo, carajo. Muchos besos, que a nadie falten.

martes, 7 de abril de 2009

UN DESAYUNO DIFERENTE

Tengo un amigo francés que se sorprende del hecho de que nuestra cultura lo celebre todo alrededor de una mesa. Luego, tengo otro que sostiene que una comida en reunión estimula una hormona, creo que se llama toratonina, que con tanta hormona me hago un lío. Lo que sí recuerdo es que se trata de una hormona de la felicidad. Ahí sí que creo que ha dado en el clavo. Es mejor comer en compañía. Hoy lo hemos hecho.

Aunque a partir de ahora dé la impresión de llevar comisión con el restaurante, aseguro que no, que más bien todo lo contario, el jodío sitio de recuerda a mi etapa en las monjas (bueno, y a alguna que otra relación con la que mereció la pena despertar); pero admito que es una parada obligatoria para todo el que visite el norte de Tenerife.

El monasterio se levanta en la falda de ua montaña y fue antiguamente lo que su nombre indica. Tienen unas vistas envidiables y un rayo de sol en exclusividad todo el año. Se divide en diferentes salas y comedores y bodegas y terrazas,.... cada cual con su encanto. Para esto del desayuno (nuestra comida de hoy), la mejor zona es la del mirador que se abre al mar y al valle. Aunque no es éste su único atractivo. En el restaurante, inmenso, no lo había mencionado, ¿verdad?, conviven clientes, trabajadores y animales que en gran número campan casi a sus anchas: perros, gatos, patos, gallinas, quícaras, ponys, cabras, palomas, y alguno que otro que, como yo, termina haciendo el ganso. No es de extrañar que te tropieces con una gallina y sus polluelos pasando bajo tus pies o un gato te ponga cara de querer jamón. Pues eso, que quede claro: los desayunos del monasterio son opulentos y magníficos. No les faltan todo tipo de pan, dulce, zumo, embutido, huevos, e incluso champán, solomillo o salmón. Pero lo mejor de todo es lo que transmite.

Quien se reúne en el Monasterio no tiene prisa, quiere hablar y reír, ponerse al tanto de todo lo sucedido desde la última vez y celebrar. Hoy nosotras hemos hecho todo eso y más. Siete mujeres de rompe y rasga, y un niño con mucha paciencia, hemos dado a entender que olvidábamos el cumpleaños de una para pasarlo de miedo. Con lo habitual, regalos, sorpresa, tarta, velas y una canción arrítmica y desafinada. No faltó la broma oficial y de entrada: sentimos pavor y repelús por un tipo de ésos que creen sabérselas todas y no dejan de hablar y hablar, uno de ésos prepotentes que trabajan con una y que, como pillen auditorio, despotrican y sueltan lindezas por la boca a tutiplén. Pues nada, dos de ellas se compincharon para llamarse. Una finjiría que al otro lado de la líneas estaba el sujeto, que había reconocido nuetros coches, y se uniría a nosotras. ¡Dios!, fue todo un espectáculo comprobar nuestras caras. Yo de lo único que soy consciente en cuanto a mí y mi reacción, es que me volví elástica: mis cejas subieron diez centímetros y mi boca descendió poco más o menos, mientras los ojos abandonaba mi cara para posarme medio metro más adelante. Señor, gracias porque solo fuese una broma. La comida, los chismes, los trapos (todas tenemos alguna boda), el giro lingüístico que transforma los discos duros extraíbles en una analogía con otros aparatos de nuestras parejas... que si son mas grandes, con más capacidad, no tan gordos, envueltos en su estuche, negros, a negro no llegan, o qué se yo, (que, gracias al cielo, el crío no pilla) y otros tantos marujeos nos dieron para un par de horas. Para cuando el niño y yo estuvimos saturados, que la verdad, para eso, soy de las que tiene un límite y de los cortitos, nos aventuramos a hacer, literalmente, el pato y el pavo, hablamos el lenguaje de los ponys y las cabras, el de los gallos no se me da todavía muy bien, nos retamos a carreras de hoja caída por las atarjeas, recogimos lavanda, recorrimos senderos y celebramos cada detalle que la naturaleza regala. Yo aproveché un segundo de soledad para detenerme delante de una capilla que no había visto antes.

Cuentan en mi pueblo, que cuando ves una capilla o iglesia por primera vez, puedes pedir tres deseos, y que es mejor que uno de ellos no sea para ti. Uno no lo fue. Pedí que aquél que sufre, teme o duda, aquél que no termine de ver todo lo hermoso que se planta ante sí, pueda contemplarlo sin mi ayuda, que no sea yo bastón, sino compañía, que no sea guía, pues el peso me abrumaría, que mi función sea solo celebrar sus logros, admirar su fuerza, alegrarme de que compartimos vidas plenas en libertad y sin prisa, de que su universo es maravilloso y no existe motivo de preocupación. Deseé que mi energía alcance sin esfuerzo al que la necesite para que el amor no surja de la deuda o la atadura. Deseé que se me lea y se me escuche con la misma permisibilidad que a un niño y sin pedirme mucho más que a ellos. Como en la canción de revólver: ten fe en mi, no me pidas ser un ángel pues soy solo lo que ves. T.A. (hasta el minuto cincuenta no canta, pero se pasa diver, http://www.youtube.com/watch?v=dJ63pxmcN94)

domingo, 5 de abril de 2009

UN TIEMPO PARA QUITAR PIEDRAS DEL CAMINO

Casi me atrevo a sostener con digamos,... rotundidad, que en el 99% de las ocasiones, problemas, inquietudes, si nos dieran la respuesta, si nos dijeran por dónde conducirnos, sabríamos encontrar la salida y nuestro mal desaparecería. Queremos respuestas, y las buscamos en todas partes: en los amigos, en los conocidos, en los amados, en los familiares, en la televisión, en los sabios, en los especialistas, en los oráculos, en los videntes, sin acordarnos de que la verdadera respuesta está mucho más cerca que todo eso, se esconde en nuestro interior. ¿Que cómo llego a ella?, me preguntas. Muy sencillo, escuchándote, haciendo caso a esa voz que va contigo, que incluso tiene forma, existe para ti, para ayudarte y guiarte, y ha existido siempre, siempre.


Existen mil maneras de escucharos, tantas como personas y almas, pero, si quieres, si te sientes un poco sin saber hacia dónde coger rumbo, te invito a que sigas mis pasos, que yo no habré de marcarte el ritmo ni indicarte el sendero. Si eres de los que lo tienen todo claro, igualmente es mi deseo que compartas este ejercicio (por llamarlo de algún modo) conmigo:




Busca un lugar cómodo, en el que puedas permanecer tumbado. Prepáralo con todo lo necesario para sentirte bien (incienso, luz tenue, música relajante,...). Pero eso sí, asegúrate de que nadie te molestará un buen rato. Túmbate boca ariba, manos a los lados o sobre el pecho, pies estirados y sin cruzar. Comienza a respirar, profunda y lentamente, deja que tus pulmones se llenen de aire. Cierra los ojos. Imagínate al comienzo de un camino y emprende un viaje. Deja que tus pasos te lleven. Respira. En un momento dado te encontrarás un árbol al lado izquierdo de tu sendero. Párate. El árbol te invita a que te deshagas de tus lastres, de aquello que no te deja avanzar en la vida, de un complejo, un problema, una mentira, un obstáculo, un estorbo,... deséchalo, haz un hoyo en la tierra, al pie de sus raíces y entiérralo. Pisotea fuerte esa misma tierra y da las gracias, porque el árbol, el universo recibe sana y limpia tus cargas para que puedas proseguir con tranqulidad tu camino.
¡Enhorabuena! Continua respirando y prosigue tu marcha, tu camino sigue siendo llano y hermoso. Harás de nuevo otra parada. Al lado derecho del sendero hay quien te espera. Tus guías y protectores, tus maestros, están allí para ayudarte, detente ante ellos, te ofrecerán un regalo en forma de objeto, o de símbolo, o de palabra, o de recuerdo,... recógelo, pues es un alivio para tus días, y guárdalo en el corazón. Prosigue tu marcha, pero siente que no irás solo, tu gía estará a tu lado como una sombra.
Llegarás a una bifurcación de camino y experimentarás posiblemente que no sepas hacia dónde dirigirte. Párate de nuevo, escucha a tu corazón, él sabe la dirección correcta que seguir en todo momento, luego tómala, no sin antes reconocer y memorizar las palabras o sensaciones que te condujeron a escoger un camino y no otro. Recuérdalo para poder evocarlo cada vez que en tu vida sientas que se vuelve a presentar una situación similar. Prosigues camino arriba. El sendero comienza a empinarse porque ante ti se presenta una colina y, en su cima, un palacio. Ve hacia él. Por el camino, mientras asciendes, rememora todos los momentos de tu vida en que has sido una persona capaz, valiente, segura, victoriosa; rememora cómo te sentiste en ese momento y qué fue lo que hiciste para alcanzar ese estado. Con esa misma fuerza y ese empuje podrás con cualquier montaña que se presente ante ti. No dejes de repirar lenta e intensamente. Llegas a tu palacio, no seré yo quien te diga cómo es. Atraviesas sus puertas, en el interior hay un inmenso patio. Tu maesto te espera allí, quiere recompensarte por un trabajo bien hecho. Recibe su abrazo, recibe su regalo, una enseñanza de presente válida para tu futuro. Recógela con amor y sientete bien.
Has terminado un camino y toca volver. Pero hazlo feliz, limpio, experimentando que no estás solo, que existe un lugar al que volver para limpiar y crecer,... Sigue respirando tanquilo, cálzate unas botas de color rojo que te devolverán a tu lugar inicial. Lentamente,muy lentamente, comienza a retornar: a moverte con el ritmo que necesites, a abrir los ojos; da las gracias. Si decides dormir, hazlo sabiendo que tus sueños serán una prolongación de bienestar. Si retornas a la vida diaria, hazlo con alegría y la seguridad de que estás bien, de que este tiempo que te toca es maravilloso. Gracias.




Siento no poder estar a tu lado cuando emprendas esta experiencia. Reconozco que lo ideal sería que dulcemente te dictase el camino, para que te concentraras solo en ti, y que fuera acariciándote el cabello y las sienes, para intentar borrar lo que no te permitiese estar en ti. Lo desearé de corazón, intentaré poner todas mis fuerzas en proyectarme hasta ti, si no, simplemente dime ven y acudiré, aquí y ahora,... por siempre. También puedes ser tú el que acuda, o sabes el camino o sabrás encontrarlo. Quien viene tiene las puertas abiertas, pues mi corazón ya dijo sí, pues nada debes temer, que no he de hacerte daño y nada se ha de arriesgar, que sé cuidar de cómo no salir dañada.
T. A.
(Para este ejercicio recomiendo el New Age, por ejemplo, Dream of the Angels de 1992, de Crhisthoper Walcott.

sábado, 4 de abril de 2009

¿VIAJAMOS?

Quisiera pensar que Carlos Goñi tiene razón, y que la comparte con Fito: "la escuela nada me enseñó y del maestro nada aprendo". Quisiera pensar que lejos de que el cuadrado de un binomio sea el cuadrado del primero más el cuadrado del segundo, más el doble del primero por el segundo, que sean copulativos los verbos ser, estar o parecer, que tengan valencia uno, litio, sodio, potasio, rubidio, cesio y francio.... las verdaderas lecciones las aprendemos fuera y dentro, cuando viajamos.

Cuando un día nos levantamos con voluntad suficiente como para iniciar ese camino que nos conduce a nuestro interior, al palacio de las respuestas, siguiendo el dulce camino de las ayudas y los entierros (entierro de errores, cargas y culpas), cuando celebramos con sonrisas y lágrimas el reencuentro con nuestros pensamientos y sentimientos, estamos aprendiendo mucho más, y no solo eso, estamos enraizando esas enseñanzas a lo más hondo de nuestro ser, de forma que no pueda existir tipex ni goma que las anule. Ese viaje interior (ése consciente y planeado de ante mano, con revisión de mochila y todo) es necesario y no hay que temerlo. Que habrá de ser duro el primero,... por esa misma razón, por ser el primero; puede que sí, pero luego, en adelante, los que vengan serán más bien, esperados, anhelados, perseguidos. Lo único que, como en todos los viajes, estaría bien no hacer este primero en soledad, mejor en compañía, que no hay necesidad de echarse más dificultades encima, que la vida ha de pedirse placentera. Más adelante, ya caminaremos a solas.

Luego está la interconexión entre los viajes interiores y exteriores. Es bastante difícil no realizarlos a la vez. En mi caso, al menos, ocurre así . Un día, de buenas a primeras, después de alguna que otra visita al palacio de las respuestas, me lancé a viajar sola, por estos mundos de Dios, descubriendo de mí y de los demás lo más maravilloso. Y podía verme sorprendida y sorprendentemente en lugares y situaciones que me hacían crecer, ser feliz. Las mejores de ellas han ocurrido en dos puntos opuestos de nuestra geografía, dos lugares que encarnan dos facetas de mi personalidad y necesidades: la Graciosa y Barcelona. Cuando me sepáis perdida, buscadme en ellos, os resultará sencillo.

Barcelona es para mí la pila que recarga mi vitalidad y deseos de comerme el cachito de mundo que me haya cedido Natura. El lugar en el que perderme y fundirme y ser lo que me dé la gana de ser. Barcelona es el teatro, la música, la mezcla, el descaro, las compras imposibles... Cualquier recuerdo de Barcelona es grato y todas sus imágenes, mis más dulces enseñanzas. Solo necesito cerrar los ojos un segundo para que miles de ellas broten como amapolas y me hagan sentir bien.

Hagamos la prueba. Un segundo....

Recorremos Las Ramblas, es agosto. Una mujer de indeterminada edad descansa sobre una manta en el suelo. Tiene el pelo rubio, a pesar de las canas, atado en dos trenzas a los lados del pecho. Sus ojos son diminutos, su piel muy morena. Por atuendo, una colorida bata y unas alpargatas que me recuerdan a los extras de las pelis del oeste, del Hollywood de Charlon Heston. La mujer da de comer a sus gatos, una decena de gatos que descansan a su alrededor, por sus muslos, en los hombros,... los alimenta con buen pienso, en unos comederos limpios y nuevos. La verdad es que sí, tanta gatuna opulencia choca con el resto del paisaje. A sus pies ha colocado un plato que semivacío cumple la finalidad de invitarte a dejar una moneda. Me detengo ante ellos, mujer, plato y gatos, les sonrío. Me arrepiento del primer impulso y me marcho a por el segundo, que sí debe ser cumplido. Cruzo la calle en dirección a esa tetería que hay en uno de los callejones, frente al museo de cera, la del rincón de las hadas. Pido dos cafés con leche y dos tartaletas de requesón y arándanos que podrían catalogarse dentro del tipo "orgasmos culinario". Vuelvo hasta la manta y me siento sin mediar palabra. Comienzo a comer mi parte del botín sin decir más. Ella me imita, coge su parte y disfruta, como si yo no existiera, mientras canturrea una canción que me suena, aunque no termino de reconocerla. No es necesario hablar, ni dar o recibir gracias, somos amigas y punto. ¿Qué es muy pronto para decir eso? ¡No por dios!, ni estoy peor que la mujer, no empecemos con los juicios: mi india de Las Ramblas me permitió compartir con ella lo más sagrado de sus posesiones, su territorio y las caricias de sus gatos. Cuando minutos después abandoné la manta, sentí que dejaba tras de mí un universo diferente, que había viajado a un lugar especial, libre de ruidos y miedos. Dejé diez euros en el platillo en concepto de pago del billete de transporte y me fui, por qué no decirlo, con una lagrimita en el ojo. Había aprendido cosas nuevas acerca de mí que me agradaban. Aunque sabía que el momento se transformaría en una de mis fotos imborrables, quise escribir, sentí el impulso de escribir eso y más. Le compré un cuadernillo de madera y caña a un mal llamado hippie, me encaramé a uno de los bancos e inicié mi propio diario de viajes. En ese momento reconocí la canción http://www.youtube.com/watch?v=yQnNY8zMihs&feature=related
Por cierto, ¿aún no tienes el tuyo?, tu diario de viajes,... no esperes mucho más tiempo.

Gracias por haber realizado este viaje conmigo. En espera de que desee repetir experiencia con esta compañía, y deseando para usted una grata jornada, me despido de la única forma posible: con un abrazo (de los que incluyen manos alrededor del cuello, que los que rodean cintura y reposan cabeza, prefiero reservarlos para el amor). Feliz viaje.

viernes, 3 de abril de 2009

VIVIR DE PUNTILLAS


Contemos lo que nunca narramos, los acontecimientos del día que se suponen pasaron desapercibidos por no considerarse más que detalles, los que se alejan de las obligaciones, la rutina, lo digno y lo habitual. Por ejemplo, descubres que fue una muy mala idea pintarte las uñas este fin de semana; ahora están hechas un asco. Medio despistadas, medio rotas, medio sucias,..., pero todo a medias. No hay acetona en casa. Cortarlas no ha servido de nada. Sales a la calle en busca del producto en cuestión y nadie tiene. A quien no les faltará seguro es a los chinos, sin embargo habrá que coger coche. Te ríes de ti, te consideras la única persona capaz de trasladarse a quince minutos de casa para ir en busca de acetona de chinos. Es motivo suficiente para poner una canción divertida en el cd del coche, bajar las ventanillas y no cantar, andamos sin voz. Por el camino, unos chicos guapos pintan las rayas de la carretera que cambia, a partir de ahora, de sentido. El tráfico se vuelve denso. Da tiempo para lanzar un beso volado, picar el ojo y soltar un piropo del tipo: "ay, mamá, qué rico". No ellos, sino yo (cosas de la igualdad de género...). En la cola, detrás de mí, un padre va haciendo muecas a un presunto bebé que lleva a la inversa, en el asiento delantero, en su capazo rojo. Las risas del niño se reflejan en la cara del hombre. Es una imagen preciosa y entrañable (cosas de la igualdad de género,...). Pasan en un descapotable una rubia de unos 60 años con su perro caniche. Ambos llevan cinturón de seguridad. El aire les revuelve pelos y orejas. LLevan hip hop a todo volumen (cosas más bien de la globalización de especies, países, culturas, edades y cirugías). Mi viaje termina tal y como yo esperaba, con acetona, y trabas del pelo para amigas y mi hermana, y nuevas chapas y un estuche de princesas Disney para la peque de Vane; hoy vienen a almorzar.

El día continua largo. Más tráfico denso me deja entrever lo bonito que resultan los coches que suben en dirección contraria a través de los huecos del túnel de Anchieta. En la paredes, el agua que ha caído desde un tubo, forma la imagen de un ángel.

El día se torna suave. Huele a lavanda y menta. Es tan suave como el aceite que termina en diferentes manos. Unas grandes y varoniles; las otras también. Unas simpáticas, alegres e inteligentes; las otras también. Unas galantes, educadas, y dedicadas a educar; las otras también. Unas asaltadas un poco por mí, como a la fuerza, sin entender por qué, las otras no, las otras se presentaron involuntariamente en la noche, para recibir mimos y sacarte de casa. Tenían la disculpa perfecta: ahora que están tan hidrataditas, te gano fijo al billar. Una cerveza y unos tacos para pasar la frontera de los días.

Al llegar a la cama, la sensación de estar viviendo de puntillas, en equilibrio, flotando sobre mis dedos, tocando el cielo, las estrellas, pudiendo alcanzar todo lo que deseo... ¡oh, no! no fue el efecto de las cervezas, ni siquiera me terminé una. Felizzzzzzzzzzzzzzzzzzz Díaaaaaaaaaaaaaaaaa. Un beso rico.

miércoles, 1 de abril de 2009

PARA REÍR

Si se hojea (ojea también vale) un poco más abajo, en el apartado de "No te lo puedes perder", comprobarás que se remite a una dirección de you tube que viene a describir con mucho humor y gracia, las desventuras de un señor albañil con poco idea de la física, o con menos lógica o despistado o tan desastroso como ésta que escribe. Sin que pueda compararme por tamaña faena, lesiones y repercución, me recuerda a un caso vivido no hace más de un año.
Corrían malos días, metereológicamente hablando; se levantó un viento considerable y salimos en las noticias. Yo estaba bien protegida en mi casa, a salvo de todo. Un poco asustada, la verdad que sí, pero es que el viento siempre me ha acojonado un poco, sobre todo desde el día en que las monjitas del cole nos reunieron para explicarnos que una compañerita nuestra (que no conocía y, por lo tanto, tampoco echaría de menos) había fallecido a consecuencia de una plancha de metal que se había soltado por el viento y la había degollado, le había cortado de cuajo la cabeza, causando su muerte al instante. Desde aquella reunión para tranquilizarnos y tratar de forma preventivay psicológica el tema, sufro de miedo al viento y a las visualizaciones monjeriles.
Como digo, en casa estaba cuando me cercioré de que algo faltaba en mi terraza. Resulta ser que mis gatos tienen un wc muy peculiar. Para que su tierra quede protegida de agua y sol, está colocada dentro de una guagua plástica de color amarillo, grande, bastante grande, con una puerta amplia en la parte delantera y un ventanuco en la trasera. Dicha guagua está ambientada en Barrio Sésamo, por lo que en las ventanas pintadas de los lados aparecen Epi, Blas, Coco, saludando con sus rollizas manitas, mientras que es el Monstruo de las Galletas quien conduce. Todo un cante de guagua, pues nada, es obvio si falta, y eso es lo que vi, que no estaba. Evidentemente, el viento se la habría llevado.
No tuve elección, mandé un sms a todos los amigos y vecinos de la zona que tenía a mi disposición. En el mensaje versaba algo así: gatos desesperados con miedo al edstreñimiento por intromisión, buscan desesperados guagua pilotada por monstruo de las galletas que ha salido volando cual OVNI. La respuesta no se hizo esperar: respuesta uno, ¿tú qué estás fumando?; respuesta dos, cada día te entiendo menos o me vuelvo más viejo; respuesta tres, el de la ferretería se encontró una cosa rara en el patio de las maderas, ¿no será eso tuyo? Di por hecho que sí. Era lógico que hubiese volado los 200 metros en línea recta que distan de casa. Así que ni corta ni perezosa, avisé de que para allí iba y salí a toda mecha. No miré mis zapatillas de levantar de color verde pistacho, ni el pantalón de chandal de color rojo y una flor naranja en el muslo, ni la camiseta naranja con dos serpiente en postura sospechosa, ni el moño de loca, de esos de andar por casa. Con esas pintas me planté en la ferretería y, sí, era mi wc-bus. El problema fue que el viento seguía y yo tenía que trasladarla. Delante del cuerpo difícil, debajo del brazo imposible; sea como sea, en ningún caso me abarcaban los brazos. El viento hacía resistencia. Tomé por mejor opción metérmela en la cabeza, apoyarla sobre los hombros y mirar por la puerta para caminar. Con semejantes pintas retorné a casa, con la esperanza de no pillar a nadie. Justo diez metros adelante, me tropiezo con mi veterinario, un tío buenorro, a lo Brad Pit que nos tiene a todas locas. Su reacción: "no haré preguntas"(mi rostro combinó a partir de ese instante con mi pantalón). Unos metros más allá, se acerca un coche, es conocido,... son mis padres, frenan, se baja la ventanilla, mi padre que va a decir algo, mi madre que reacciona: "no tú sigue, ignórala, como si no la conocieras" Mi ánimo se tornó del color de las zapatillas. Con dificultades y choques, contra viento y sin marea, devolví la jodida guagua de los cojones a su sitio, le mandé peso, mandé todo al carajo y asimilé que mi madre ya no me reconociera definitivamente, no me había perdonado la vez que salí en la tele, por detrás del alcalde encaramada a una escalera, vestida con un mono y gritando coños y joderes, pero eso mejor será otro capítulo.