martes, 20 de octubre de 2009

ÁGORA/ AHORA

Solo el pensamiento puro puede acercarme a la verdad. Solo cuando esté libre de condicionamientos morales, sexuales o sociales, podré ver con claridad y esa luz me hará feliz.


No juego a ser filósofa ni aproximarme a la sin par Hiparia; reflexiono, busco una enseñanza en lo que me rodea y una respuesta por cada situación. Lo único que ocurre es que ésta ha venido de forma grata(cineeeee, ¡ummmmmm!). "¿Quién sabe si dentro de dos mil años alguien se preocupará por una persona que hoy pasa desapercibida y se maravillará del cómo estuvo tan cerca de lo verdadero?", se preguntó mi acompañante. Yo respondí: ojalá, y que se dé fuera de los medios de comunicación y de internet, porque últimamente los contemplo como las cucarachas judías y cristianas que Amenábar enfocó desde un plano acelerado de helicóptero, porque los juzgo como unos seres manipuladores que convierten en cierto lo que tocan, olvidando la capacidad de elección y de información cuasi pura, que su razón es todo menos eso, que su mensaje destruye y aliena. ¡Qué el tiempo quiera que una mente hoy juzgada como loca le gane la batalla a este medio de medios!

He salido de la película sintiéndome la cosa más diferente a esa mujer, creyendo estar en el otro extremo, con remordimiento pero sin culpa: la película es creación y pensamiento, ella fue creación y pensamiento. yo preciso del proceso creativo como del aire. Necesito probar a dibujar, escribir, leer y recrear, trabajar el barro, los alimentos,... si no pongo creatividad en mi trabajo, en la cama, en el habla, siento que no soy que no sé ser. Pero he convertido ese proceso en un suceso práctico y útil, a mi servicio y conveniencia, sin desarrollarlo ni mimarlo ni dedicarle el tiempo que requiere. No he tenido el valor de prescindir de otras facetas de mi vida para centrarme en lo que en el fondo es más que una vocación, es una intención. Ahora un nuevo trabajo y un nevo tiempo me lo ponen delante de las narices, me brindan la oportunidad, y me desafían a encontrar una excusa para no hacerlo, para dejar de experimentar con el hecho de ser fábrica de ilusiones sin un fin determinado, con la meta única de plasmar y hacer y crear y creer y crecer... ¿Y sabéis lo que digo? que asumo el reto. Esta vez no hay razón para no buscarlo. Sin considerar, como Hiparia que crear y aprender significa renunciar al amor de un hombre, no dejo de ser consciente de que no existe macho de la especie humana que me haya cruzado y que permita combinar ambas cosas. Demandantes de atenciones desproporcionadas y desprovistos de la pureza de pensamiento, no me acompañan en mi crecimiento ni respetan mi paso, pronto se convierte en aspiradoras de tiempo, acción, pensamiento y devoción. Si conocieras uno que no cumple con el perfil, notifícamelo, con discreción, para poder observar al pajarillo antes de que se dé cuenta y salga volando: Lo único que pretendo es reconocer que no es mito, que existe el hombre capaz de corregir la frasecita "detrás de todo gran hombre hay una gran mujer" por la de hemos sabido estar una al lado del otro reconociendo nuestras grandezas sin miedo a la sombra alargado de ninguno, sabiendo creer en soledad al contar de nuestra libre y por lo tanto firme compañía.

No sé si acabo de ser entendida porque no se alcanza a compartir mis pensamientos, o resulto ininteligible. Hoy, en una conversación con alguien que conozco que pudiera servir de ejemplo, me dijo que se había encontrado con un conocido común. Él iba con su novia, mi amigo también, ésa fue la razón que me dio para justificar el no haberse detenido a saludarlo y charla y comentar lo que fuera. Lo que más extrañeza me causó es que lo dijera con la naturalidad de considerarlo normal, y no te digo lo que he rumiado yo el asunto... una pareja exige no poder hablar o compartir con otros, crear un círculo mágico y energético en el que no se adentrarán otros sin temor electrocutarse. Es tan extraño vivir a tu lado sin tener que desvivirme y vivir por ti. Echadme una mano, por favor...

Divago, entremezclo y celebro que mis pensamientos se retuerzan y combinen para dar como fruto estas líneas espontáneas. Disfruto, solo eso, disfruto y sin prometerme nada doy un paso hasta el futuro más inmediato, un futuro presencial que se torna, desde este instante pasado, y quiere que sonría por el hecho de adoptar una decisión libre, cercana a la verdad de que solo cuando me encuentro pura y sin condición me siento feliz conmigo y con todo lo demás. Con la convicción de que mi vida ha de convertirse en el constante aprendizaje de mí mismas, sabiendo aprender de los otros, pero sin asumir sus lecciones como propias. Aceptando que al de en frente habré de aceptarlo, pero sin dejar de ser fiel a mí misma, que los creyentes conversos no son más que hipócritas moméntaneos aferrados con miedo a una necesidad.

domingo, 18 de octubre de 2009

ÚLTIMA VOLUNTAD

Mi madrina es un ser mágico, una mujer de 74 años que tuvo que ser hospitalizada hace diez años, por pasarse bailando en un concierto en la playa de Los Cristianos. ¡No podéis ni imaginaros la bronca que nos echó el hijo a ambas! En su adolescencia tuvo que abandonar un sueño de amor que marcó su vida. En el presente intenta hacer de su vida lo que le da la gana y me arrastra a mí en ese intento. Me siento muy afortunada. Hubo un día en el que quise cerrar un período amargo de su vida escribiendo en el nombre de otro la carta que deseó recibir toda su vida. Hoy, en días en que la muerte ha estado tan cerca, la rescato. Besos.



Desde mi lecho, 21 de marzo de 2000
Mi buen amigo:
Los días pasan muy a prisa. Ya comienzo a sentir ese miedo que te congela el alma, pero no te confundas. No temo lo que ha de venir, sino la marcha imprevista que me impida cumplir mis deseos. Es curioso como justo al final de nuestra vida, cuando el reloj de arena va cuesta abajo, nos entran unas ganas irrefrenables de hacer y decir lo que nunca fuimos capaces, aún sabiendo que el tiempo ya venció a la oportunidad, y que la lógica no entiende el porqué ahora. Pero no puedo irme incompleto y transformarme en un fantasma que arrastre su tristeza por las estaciones. Necesito terminar lo que el destino escribió, y ansío que seas, precisamente tú, el que cumpla con mi misión, ahora que siento que yo no puedo.
Mi joven amigo, no te será difícil, la conoces como si fuese la mujer de tus sueños, porque te la he retratado en cada una de mis cartas y ha llegado a ti empujada por mis cientos de suspiros. Así que, ve y dile.
Hazle saber que la sentía tan cerca y tan dentro de mí que cualquiera habría podido decir que éramos un sólo alma y un sólo ser, que la adoraba. Cuando aquellos ojitos azules desaparecían tras el brillo de su sonrisa, creía perder la razón. La apretujaba contra mi pecho y contenía mis impulsos, porque, en ese momento, si los principios de uno no se lo impidiesen, me la habría comido a besos. Dile que la amé por hermosa, alegre, valiente, esbelta, espontánea, inteligente, sincera; por ser más mujer de lo que un hombre hubiera imaginado jamás.
¡Ay, mi dulce María! Dile que únicamente se llevaron a Venezuela sus tiernos quince años, porque su padre así lo quiso, porque el destino lo quiso, pero el resto aquí quedó, nunca abandonó mi corazón ni dejó de ser mi amada niña. Poco más que su presencia es lo que me arrebataron ¡Y ya entonces la veneraba!, a pesar de sus coletas y sus pechos recién nacidos. La reconocía como la mujer que el cielo había escogido para mí, pero su juventud y su familia se oponían al amor. Parecíamos una de esas malas historias del cine de a peseta que siempre cortaba la escena del beso.
¡Ay, ay, ay mi pequeña rebelde! Se marchó en un mercante ilegal, con muchos otros, empapada en llanto. Para ambos fue un duro golpe. Supe de ella por cartas y alguna que otra postal. Me contaba su amistad con negrotes guapos y salseros, sobre las pretensiones que un ventero le estaba haciendo, y acerca de los planes de su padre; las cosas no le iban mal y pensaba abrir una fábrica. Parecía estar bien, mientras hablase de lo nuevo, de ese lugar que estaba descubriendo, pero, después sus letras se emborronaban por las lágrimas. Si recordaba su tierra, sus cartas, de repente, se abreviaban y terminaban con la brusquedad de quien siente demasiado el dolor como para seguir escribiendo, y se despedía con la dulce promesa de que volvería. Dile que pasaron los años, pero no mis ganas.
Sus ansias de volver no cesaban. Pronto supo que lo haría, a su padre le sobraba el dinero y ella no se achicaría al pedirle el fruto de sus sacrificios y trabajos. No resultó. Esperó a su mayoría, a que fuese toda mujer. Debía ser ella la que volviese porque dos amores la llamaban, yo y su tierra. Tampoco entonces pudo. La vida, traicionera, nos jugó una mala pasada. Su viejo falleció. Intentó el regreso tiempo después, pero su madre se había transformado una anciana prematura, triste y enferma, sintió que la necesitaba. Sus cartas nunca faltaron, en todas ellas solía preguntar “¿te acordarás de mí?” ¡que podía responderle yo! Sí, por ti revivo, sólo por ti, María, recorro los caminos, guardo en el corazón los atardeceres, memorizo tus cartas, abrazo tu retrato,...Entonces, era yo el que interrumpía nuestras cartas para que no pudiese notar que también un hombre puede llorar.
No volvió. Porque fui un cobarde, porque no tuve el valor suficiente y no me encaminé hacia el otro lado del mundo, para darle una bofetada primero, por estúpida, y para pedirle que me dejase ser su esclavo por el resto de sus días, después. Yo la perdí. Sucedió lo que era de esperar. El ventero ganó la partida, se casaron y tuvieron un hijo. Yo no pude imitarla, no supe mirar a otra mujer y preferí ser tío, y tío-abuelo. No te creas, tiene sus ventajas.
Cumpliré mi promesa, ¡tú lo harás por mí! Me dejaré caer sobre la cama rodeada de todo lo que su amor me trajo, respiraré el aroma de sus cartas, me dormiré, besando sus letras, relajado y sonriente, porque tú, mi buen amigo, le llevarás este último mensaje de amor más allá de los mares. Dile que la quiero, que voy en su encuentro, pues el nuevo mundo que me acoge no conoce de límites espaciales ni temporales y que por fin estaré con ella para siempre, a su lado, acariciando su sombra y abrazado a su alma.