martes, 24 de marzo de 2009

EN LA OSCURIDAD DE LA NOCHE

Cuando la ciudad duerme, y se levantan los vampiros, y el mal acecha en las esquinas a la espera de que un superhéroe surja de la nada para acabar frustrando las terribles fechorías que habrían terminado con la paz mundial..., a esa hora también estaba yo la noche pasada sentada en el portal de mi escalera.
Había sido un día normal, a pesar de tratarse de un 23 de marzo. Yo no sé cómo pueden tener los chinos al número 23 como número de la suerte, porque a mí me sigue el jodío, y mal: 23 años tenía cuando un 23 de febrero comencé a salir con un jugador de baloncesto que lucía el 23 en su camiseta y que me dio 23 razones para arrepentirme de tal elección. Alrededor del 23 tengo teléfono, DNI, vivienda, y otras muchas cosas convenientes inconvenientes, pero de que el número me sigue, no me cabe duda.
Pues bien, corrían las 10:30 de este 23 de marzo, cuando entraba en casa y me disponían a prepararme una calentita leche con gofio y una ducha, alumbrada solo por la luz de la lámpara del pasillo (detalles importantes para discernir en este caso), cuando al encender la vitrocerámica, la lámpara del pasillo se tornó azul y parpadeante para apagarse y zamparse toda la luz de la casa (sin que saltasen ni plomos ni ná). Jaleo en la escalera, llega la vecina en esos instantes, el otro vecino que sale a preguntar: ¿tienes señal de televisión? No, no tiene, porque depende de mi antena y yo no tengo luz.
Huele a quemado, mucho, pero mucho, mucho. Bajamos olisqueando en busca del olor: se ha achicharrado la caja; los cables han hecho caput. ¡Ostras!, llamada al servicio de urgencias, la finalidad: que nos den el número de averías de urgencia de UNELCO. Una niña muy mona me tiene a la espera y me pasa a los bomberos, éstos, más monos aún, que me interrogan para ver si tienen que intervenir. Humo sale, pero poco; el bombazo, segun mi vecino (que en ese momento veía una peli de terror en la cuatro) ha sido colosal. Pero estiman que ellos no tienen que meter mucho más las narices o la manguera... Yo lo reafirmo. No nos pueden dar el número de UNELCO (lo averiguamos de todos modos), pero sí pasarnos con ellos. Nos costó poco que viniesen, los de UNELCO, entendamos: cinco llamadas y dos horas y media. Mientras, hicimos lo que los bomberos nos recomendaron, ventilar, desenchufar todo y salir de las viviendas. Nos dio por esperar en la escalera y ponernos a jugar con mi perra (su pesadez fue increscendo y nuestra paciencia menguando; yo por lo menos, terminé de la perra hasta las mismas).
Llegan los de UNELCO, miran la situación: bueno, esto se debe a una instalación mala (edificio nuevo), mal inspeccionada (¿no les toca a ellos ese tipo de supervisión?), aquí donde lo ven, estos dos que no han saltado y no se han quemado pueden dar un pepinazo en cualquier momento, pero nosotros no podemos hacer nada, a nosotros nos correponde solo este lado de la caja, esta parte tiene que intervenirla un técnico particular, que mientras no sea un cachanchán (palabras literales del de UNELCO). Pero, ¿esto es seguro?, pregunto yo. Si seguro no es, ni mucho menos, pero nosotros no podemos hacer nada. Si busca un servicio de urgencias...
Y se marcharon. A pesar de mi boca abierta y ojos salientes. Y buscamos el servicio ése, nos costó unas quince llamadas y un par de interrogatorios tipo-marketing, pero no apareció nadie: comunica, está lesionado, no se localiza. Y nosotros con la duda de, si desistir, acostarnos vestidos y abrazados al extintor, jugar una partida de cartas en la escalera o comernos a la perra.
Cogimos cama, con miedo y pesadillas en las que salían los de la peli de terror disfrazados como los de UNELCO y daban mucho miedo; pensando uno en que se levantaría a las seis de la mañana (siendo las cuatro), en la jornada de trabajo el otro, en olor a caucho quemado, yo, que siempre he sido muy tiquismiqui para los olores...
Y nos fuimos a "dormir" para volvernos a levantar, los que quedábamos bajo estos cuatro techos resistentes (no gracias a UNELCO), a las siete de la mañana, con el toque de un chico encantador, al que esta jodida crisis tiene en paro, que resultó un pedazo profesional que miró, analizó, se largó en busca del material, regresó, reparó, previno y encima resultó divertido. ¡Chapó Miguel!
UNELCO..... me conformo con que la próxima vez se impliquen un 0'05% de lo que se interesan a la hora de cobrar, reclamar y cortar.
Bueno, y a perdonarme hoy en los estilos y formas que tengo sueño.

2 comentarios:

  1. Soy Patro,jeje, vaya noche,:S no me gustaría estar en tu edificio la verdad,jejejej,a nosotros nos pasa algo parecido pero con telefónica que no son capaces de hacer una instalación en condiciones, en la cual salen cucarachas y esas cosas tan normales para ellos.
    En lo referente del número 23 has mirado la película 23, te encantaría xD.
    P.D: no te preocupes todo tiene solución y si no esta la extorsión y el chantaje.

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