Cercano está el día en que la gente manifiesta su amor, un poco, por cargo de conciencia y un mucho, porque la sociedad de consumo se lo dicta (y porque teme la reacción de su pareja). Todo el mundo se posiciona ante San Valentín; a nadie deja indiferente. Los quinceañeros y los que han metido en conserva a su espíritu para que se siga manteniendo en esa misma edad, adoran ese día, y lo temen. Desean ser el centro de atención de alguien, aunque no haya en sus vidas quien les haga sentir especial, hierva sus mejillas y haga padecer los más retorcidos centrifugados a su pobrecito estómago. De todos modos, desean ser admirados y soñados secretamente por alguien, y recibir el pequeño oso de peluche que trae entre sus manos un corazón tan blandito como el suyo.
Luego, están los que se manifiestan abiertamente contra el día de San Valentín, con el único argumento de que es una mera fecha comercial, que nadie le tiene que imponer cuándo decir te quiero, que él o ella dicen te quiero todo el año. Y se marchan orgullosos de su postura, tan inteligente como intelectual, pues está de moda y muy bien visto negar el día de San Valentín. Tampoco debiéramos olvidar a los que sostienen que esta fecha ni les va, ni les viene, mientras albergan la oscura esperanza de morirse de amor por una persona.
Y, si nos paramos un momentito a pensar, nos daremos cuenta de que, justo esos firmes detractores de San Valentín resultan ser las personas más ariscas y frías que conocemos. Yo me he puesto a detallar una lista de aquellos amigos y compañeros de trabajo que acribillan al pobre santo, y los resultados han sido reveladores. Por citar a alguno: mi jefe, un separado que no le ha perdonado a su ex- esposa el huir de un egoísta y que, actualmente, sale con una mujer maravillosa, todo generosidad, que desconoce que antes de ella y solo tres meses después de su separación, lo intentó primero con otras tres que le dieron calabazas, que puede que su relación sea un salvavidas o una costumbre. Un hombre arisco, sobrio, muy hirónico e hiriente en el hablar. Y para que no me tachen de sexista un ejemplo femenino: una cincuentona, en el peor sentido de la palabra, incapaz de reconocer un error, que se considera el centro del mundo, hipócrita, fea y reprimida, que prefiere la buena consideración social a un cálido y espontáneo abrazo. De ninguno de los dos he oído palabras cariñosas o dulces a lo largo de todo el año, así que se esforzarán todavía más para no pronunciarlas el día de San Valentín.
Yo me considero tierna y amorosa. Me gusta jugar y reír, por lo que ese día también inventaré algún entretenimiento que nos haga sonreír. Me gusta acariciar, abrazar y besar, lo hago a diario y mucho más lo haré el catorce de febrero. Y sin tener a ese ser maravilloso con quien celebrar, sin sentimiento de pena, me lanzaré a todos los cuellos y recibiré toneladas de afecto, pues, si hay algo que no deje lugar a mis dudas, es de que soy un ser amado y que me han querido mucho.
A pesar de que tenemos la fea costumbre de pensar que todos nuestros ex- son personas horribles, yo no puedo admitirlo de casi ninguno, y tengo que asentir al auto-preguntarme si habré conocido al amor.
Del primer amor me queda eso, la primera vez para todo, o descubrir que me entrego como una geisha hasta el punto de anular mi personalidad, mi tiempo; y aprender que no quiero que se repita. Pero, también haber sido mirada como quien contempla la cosa más bonita del mundo, haber aprendido a secarme bien entre los dedos de los pies, para evitar hongos, descubrir que no sabe mal el pan mojado en zumo de naranja, que se puede meter un triple a pesar de medir un metro sesenta y que el sexo mejora con el tiempo y la fantasía. El segundo llegó después de una ruptura y algunos amantes. De éste queda el miedo y la prudencia, porque tanto me amó que, literalmente, por poco me mata. Él es prueba viviente de que existe un amor que te aisla de tu familia y amigos, te chantagea, te hace sentir débil y culpable, te golpea y te fuerza a soportar cosas que no deseas. De él solo guardo el recordatorio de que existe un amor que no merece llevar ese nombre.
Más amantes se antepusieron al tercero, que no fue el vencido. Éste fue el soñador, el renacido, el detallista, el padre, el hogareño, la estabilidad, el que me despertó el deseo de ir fabricando el nido. De ese par de ojos azules guardo el mejor de los recuerdos, a pesar de que encarne como nada el amor miedoso, el amor que se rompe por temor a que el futuro lo rompa, porque aún no se ha sobrellevado la ruptura que nos rompió el corazón. Entre el tercero y el cuarto pasó un año y solo dos amantes. Entonces llegó él, mi último amor (cuatro viene a ser por ahora el número, sosteniendo que solo a tres amé). Es el amor que ha sido amado como al primero. El que más me ha querido y continúa queriéndome. El que desearía estar a mi lado un catorce de febrero. De él conservo la sensación de ser perfecta, que no diosa, pues sabe corregirme y reprenderme en mis errores. La experiencia de que las caricias y los besos pueden llenar horas, de que es mejor compartir gustos y personas que piensen como tú, a polos opuestos que, una vez agotan la mecha, explotan y se destrozan. De mi dulce Jose queda la prueba muy, pero que muy evidente de que he sido una mujer amada. ¿Qué quieres que te diga? Lo he experimentado, puedo celebrarlo, lo he sentido, no puedo temerlo.
Solo me queda una cosa más que escribir, o que pensar, si se prefiere así: ¿sería consciente ese viejo sacerdote Valentín de la que armaba el día que decidió declararse fiel defensor del amor? Porque, por si alguien no lo sabe, éste dijo sí al amor, no a la guerra mucho antes que los hippies. ¿qué pensáis que diría al ver nuestras actuales artes amatorias y el revuelo que se arma el día en que se conmemora su tan amorosa rebelión? Yo creo, de verdad, que nos recomendaría: vividlo y celebradlo como os plazca. Feliz SAn Valentín.
Temeroso pasaba semanas atrás por ese paréntesis dado a la escritura de un amigo mio de otro blog. ¿Qué será de él?
ResponderEliminarSaludos Rita, bienvenida a blogger.
P.D: El nuevo sistema de comentario es un lio, a saber con que perfil apareceré, jeje.
hola!!!yo no creo en san valentín, pienso que fue en el instituto.Yo tenía 12 años, el instituto había organizado una correspondencia de cartas de amor,yo tuve ese año un amor de niña,asique me animé y le escribí una carta sincerandome sobre mis sentimientos hacia él,yo pensaba que él,por cierto se llama Ayoze,me estaba escribiendo otra, entre otras cosas porque me dijo que me estaba escribiendo una.Para mi sorpresa ese día no recibí ni una sola carta,él escribió una pero no para mí, sino para otra chica,y la que yo le había escrito la leyo delante de todos mis compañeros y todos su burlaron,desde ese día no he vuelto a ser tan cariñosa con la gente, es más, me he vuelto más borde y cortante.
ResponderEliminarAhora ya no me gusta tanto el día de san valentín, creo que si tienes una pareja debes mimarla,y cuidarla todo el año, sin descanso,y un día,el 14 de febrero solo es un día más para dar mimos a tu pareja o a quien quieras,yo soy de las que pienso que viva el amor;estoy deacuerdo en que haya un día que lo señale, como con el de la madre,pero no debe de ser tan tan tan importante san valentín como muxos lo hacen, aparte de lo comercial que se hecho todo en estas fechas.
Ahora tengo una pareja estable desde hace 5 años,con la cual he vivido todo tipo de cosas,y somos cariñosos todo el año, el 14 de febrero sabemos que es el santo, pero un día más de mimos,siempre hay que dar cariño a los demás, esta claro que a tu manera,pero san valentin no lo tienes porque temer, o si no tienes pareja, hundirte o deprimirte por no tener a alguien con quien compartir ese día,solo tienes que mirar a tu alrrededor, se cariñoso con tu madre, tu padre,amigos y disfruta del día a día.
Hola!!soy dani xDD:
ResponderEliminarMira lo q pueden hacer las matemáticas:
añoranza es sentir a alguien en la distancia,y sufrir por esa separación,asi que:
añoranza=amor*distancia.
y tb por el tiempo q los ha separado,luego:
añoranza=amor*distancia*tiempo.
la felicidad la da el amor en un largo periodo de tiempo,matemáticamente: felicidad=amor*tiempo.
Sustituyendo tenemos:
añoranza=amor*tiempo*distanca=felicidad*distancia.
Con lo cual añorar es tener la felicidad en la distancia,pero entonces,despejando felicidad tenemos:
felicidad=añoranza/distancia.
Con lo cual para hallar la felicidad hay q repartir lo que añoras entre lo lejos q está de ti mismo cada una de las cosas q dejaste atrás,quedando en el segmento de la cercanía,un infinitésimo de añoranza llamado cariño,siendo la suma de todos esos infenitésimos,la única definición precisa del hogar,
siendo cada tangente en cada punto de la gráfica del hogar,la única definición precisa de la amistad.Feliz San Valentín!!!:DDD