domingo, 2 de agosto de 2009

OBSESIÓN

¡Qué palabra más fuerte! ¡Cómo me ha seguido en estos últimos días! Muchos definirían la obsesión como un martilleo que se instala en tu corazón y tu cerebro, mientras va repitiendo su constante y repetitivo ritmo, y poco a poco, va marcando, condicionando, adulterando, todos los aspectos de tu vida: tu paso al andar, los movimientos de tus manos, tus sentimientos, tu aspectos físico, tu manera de relacionarte, lo que dices o lo que dejas de decir. Como el estómago rumiante de una vaca, arriba, abajo, arriba,... sin dejarte actuar libremente, condicionando lo que recibes y lo que das, agobiando todos los segundos de tu existencia y haciéndote creer que el camino que sigues es el correcto, no puede existir otro mejor.

Esa definición no estaría mal, encajaría con la falta de aire y de cordura que puede provocarnos en algún momento, cualquiera de nuestras obsesiones, pero es que da la casualidad que en estos días me ha dado por considerar a la obsesión de otra manera, como una mujer con tendencia a teñirse el pelo.

No, no desvarío. Para mí la obsesión a veces se tiñe de color rojo la cabellera y viene de frente, a por todas, sin medir las consecuencias de sus actos. Es que cuando el mundo se ve de color rojo... ¡no siempre tiene Feng shui! Esa pelirroja persigue sin tregua a los que dicen no a sus antojos, y llega a transformarse en acoso, persecución, órdenes de alejamiento, juicios, denuncias, agresiones, asesinatos, atentados... Llevan de rojo su obsesión los hombres que pasan a convertir a sus ex-parejas en números-víctimas de un telediario; o los terroristas de este país, que han transformado ideales en muertes injustificadas y conmemoraciones estúpidas. El 28 de julio celebraba ETA su 40 aniversario, ¡anda que tengo un amigo que va a celebrar bonitos sus cumpleaños!, ¡él de por sí también es la bomba!

A veces la Obsesión opta por teñirse el pelo de negro. No consigue ver más allá de su melena y no admite otra perspectiva de la vida. Y aunque se presenta menos violenta, ése no, y no, y que te digo que no, le causa grandes daños, porque es incapaz de contemplar un poquito más adelante y darse cuenta de la luz que la rodea. No, ella empecinada en que su sistema de vida es el único válido, y otros danzando y riendo en las fronteras de su reino. De negro se tiñen las obsesiones que se empecinan en seguir al lado de una persona con la que no se es feliz, ni a la que somos capaces de aportar felicidad, los que se regodean en un dolor o una responsabilidad que ni tan siquiera les pertenece, los que entablan deudas vitales muy extrañas, los que se atan a un pasado o una desesperanza al estilo de la Penélope, y terminan contagiando su negrura a quienes se acercan y no están preparados. De negro se tiñen los que solo miran al cielo, olvidando que es de color azul y no viste sotanas ni burkas.

En otras ocasiones, Obsesión se tiñe el pelo de naranja. Le queda fatal y provoca que ande saltando como una cabra de un sitio para otro. Se toma las cosas demasiado a pecho y no parece ni real. Es la obsesión de los adictos al físico y al deporte, la obsesión de los excesivamente sanos, alegres, puritanos, vegetarianos, espirituales, alegres, de los que se convierten en friquis dentro de lo que podría ser un gusto o una afición, ¡sin más!

También ocurre que Obsesión se haga mechas y termine teniendo una mezcolanza un pelín mas suave, pero repetitiva e igualmente dañina. O que ande buscando colores nuevos sin abandonar nunca lo esencial, no deja de ser obsesión y tinte.

Se me ocurre que lo mejor que podemos hacer contra ella es intentar que al menos sean baños de color, que se vayan con los lavados, o frotar fuerte, fuerte la cabeza y buscar lo natural. Si se pone persistente, pues un buen rapado que incluso está de moda. La cosa es no darle importancia ni dejarla crecer en ninguna de sus facetas, que somos valiosos e inteligentes y sabemos cómo alcanzar nuestros propósitos desde la calma.

¿Cómo?, como siempre la respuesta reside en el chocolate: en caso de presunta sintomatología de obsesión, en cualquiera de sus manifestaciones, introduzca un cremoso trozo de chocolate en la boca, si es grande mejor, y dedíquese a saborearlo con calma, paladee su textura, su sabor, su aroma, muévalo despacio y disfrute, céntrese en el chocolate únicamente, pero cuide de no convertirlo en una obsesión; consejo de una ex-chocolate-adicta.

5 comentarios:

  1. Se me acaba de pasar por la cabeza una posible adaptacion a una pagina de candela. El tema da para mucho...

    No voy a hacer de psicologo con el tema pero resulta un poco hipócrita. (con lo de meter a ETA en el tema de las obsesiones te pasaste tres continentes...)

    No podemos ver esos comportamientos como simples obsesiones, es simplificar hasta el absurdo. Todos incluyen miedos, manías y hasta patologías mas graves y profundas detrás que encuentran su manifestación más superficial en lo que parece un comportamiento obsesivo. Sobre todo en los comportamientos más autodestructivos o dañínos hacía los demás...

    joe, y eso que no quería hacer de psicólogo. na, por si alguíen quiere iniciar el debate.

    Abrazos¡

    ResponderEliminar
  2. Cubillo es un dirigente independentista de actitudes terrorista que fue exiliado a Africa, allí gracias a influencias de líderes marroquíes salvo su vida. Es canario y está de vuelta, con un juicio pendiente que parece que va a ganar. Sé de buena tinta que vuelve con la idea de activar una nueva fuerza política con los mismos fines y puede que con los mismos medios. Eso es una obsesión. Un ideal que antepones a cualquier cosa o principio, pase el tiempo que pase, es una obsesión. Este hombre no es un enfermo mental, es un intelectual peligroso, porque su "obsesión" lo es. Considero obsesivos a los sanos, que a los otros ya los llamaremos psicóticos o dementes...; y un apunte, los menos capacitados para juzgarlas son los obsesivos psicólogos.

    ResponderEliminar
  3. Conozco a Cubillo y su historial, y miedo me da el tufillo a su ideología que se percibe cada vez más por ahi sobre todo en medios de gran difusión... pero por muy intelectual que sea lo de ese tipo va más alla de la obsesión. Tanto como que querer resucitar su ideología en la actualidad es vivir fuera de la realidad. Aunque lo acabe consiguiendo, cosa que no dudo, porque gente que vive en otro tiempo la hay y mucha.

    Ahora bien, la obsesión no tiene por qué esconder siempre una enfermedad mental detrás. La de Cubillo me da que si... . ¿obsesivo psicólogo quien?

    ResponderEliminar
  4. Todos los psicólogos que he conocido: uno expedientado en la ULL no te explicaré por qué, la que tiene orden de alejamiento por acoso interpuesta por alguien que conozco, otro que lleva llamando a su ex- desde hace dos años para luego colgarle, un cuarto que conozco que asiste a otro porque lleva un tratamiento por depresión. Aunque no se deba generalizar a mí me salen cuatro de cuatro.

    ResponderEliminar
  5. Bueno, va... yo conozco a dos y me parecen gente muy sana. Aunque vete a saber, yo no me pillo los dedos por nadie que luego vienen las sorpresas. Aunque, ahora que se me ocurre, sostener ese argumento es como no querer ir al médico para que te cure porque mira tú cuántos hay enfermos,¡ y hasta fuman y se drogan y ¡¡ni usan condón!!... Una cosa no quita la otra, a no ser, claro, que lo que quieres decir es que no tomas en serio la psicología como ciencia...

    ResponderEliminar